lunes, 14 de mayo de 2012

¿Qué amamos?




El pasado viernes vimos la película “El banquete”, de M. Ferreri  (la foto en cambio es de “La gran comilona”, la gran película que Ferreri hizo en 1973). En diálogo platónico aparecen distintas alternativas sobre el amor, y uno de los temas de discusión que surgió tras ver la película  fue si amamos lo semejante o lo diferente. Esto es,  si cuando amamos buscamos nuestro reflejo, o por el contrario algo completamente distinto. Al respecto dice Aristófanes: “pero cuando se encuentran con aquella mitad de sí mismos… experimentan entonces una maravillosa sensación de amistad, intimidad y amor” (192 B-E); y Sócrates: “y corre por ahí un dicho que asegura que los enamorados son la mitad de sí mismos, pero lo que yo digo es que el amor no es de mitad ni de todo, si no se da, amigo mío, coincidencia de que éste sea de algún modo bueno” (205C-206A)

NO ES GRECIA, ES ALEMANIA



En la foto es evidente... No expongo opiniones en este blog, al menos directamente. Esta entrada es una excepción porque la gravedad de la situación es excepcional. Quería dejar escrita públicamente mi opinión en algún lugar, y por tanto, someterla al juicio de la crítica.

Un futuro amenazador, incierto y triste se cierne sobre Grecia. En gran medida es una responsabilidad de los griegos, pero los europeos hemos mirado para otro lado ya otras veces, y por eso creo que hay que mirar de frente. El líder del grupo europeo de Los Verdes, Daniel Cohn-Bendit, ha mencionado la posibilidad de un golpe militar en Grecia, y no me parece una ocurrencia alarmista. Grecia es parte de Europa, y el liderazgo alemán es insuficiente. En realidad, la historia europea está de acuerdo con la tesis de Ortega y Gasset: “todo pueblo occidental al llegar a su plena integración en la hora de su preponderancia ha hecho la misma sorprendente y gigantesca experiencia: que los otros pueblos europeos eran también él o, dicho viceversa, que él pertenecía a la misma inmensa sociedad y unidad de destino que es Europa” (De Europa meditatio quaedam). En esa tesitura Alemania nunca ha podido ejercer con éxito un liderazgo paneuropeo, y creo que tampoco podría hacerlo ahora. Filosóficamente, la visión alemana del mundo ha consistido en diversas formas de idealismo. Pero tal como advirtió H. Arendt (en La vida del espíritu), los filósofos idealistas no pueden encontrar un hogar en parte alguna de la Modernidad, y por eso adonde realmente quieren regresar es al único sitio en que podemos estar en casa: a Grecia. Sin embargo, todos los puentes para regresar al espacio de sentido de la Grecia Antigua se han roto hace ya mucho, de modo que no hay un sustituto de Grecia mediante conceptos: no puede quedar íntegra Europa conservando tan sólo de Grecia su herencia (en los museos). Tampoco pretendo decir que haya un “nosotros” mejor y capaz de recomponer la unidad, pues hemos cometido también muchos pecados “griegos”. Pero hace falta vista larga: no hay forma de escapar de Grecia.