Galbraith, cuando era embajador de EEUU en
India, con la Primera Dama Jackeline Kennedy
Bienvenidos al blog del Área de Filosofía Moral de la UCO.
Esta entrada inicia la actividad del blog en el curso actual. Muchos (todos) de
los temas propuestos apuntan a cuestiones complejas donde son posibles
opiniones diversas. Por eso en los comentarios se puede aportar información que
consideren importante, o simplemente aportar las opiniones razonadas que cada
uno tenga.
Esta primera entrada se refiere a la idea de progreso. A
ambos lados del Atlántico, y de manera generalizada desde la Segunda Guerra
Mundial, la gente ha creído en el progreso: ha pensado que sus hijos vivirían
en un mundo mejor que el suyo, y que sus nietos vivirían en uno aún mejor que
sus hijos. Pero hoy esto está mucho menos claro. Por ejemplo en 1958, el
canadiense John Kenneth Galbraith publicó su influente obra La sociedad opulenta (The Affluent Society). Galbraith,
profesor en Harvard, no sólo fue un economista sino un influyente intelectual.
En esa obra denunciaba que el aumento de la mera producción de bienes
materiales (“cada vez tenemos más y más
cosas”), no equivale exactamente a un aumento de riqueza (pues no es igual
producir un restaurante más que una cama de hospital más, aunque ambas
cosas tuvieran el mismo coste). Pero Galbraith creía que la sociedad
norteamericana había llegado por fin a un nivel de riqueza donde era posible repartir el progreso mediante las
políticas públicas (el llamado Estado de
Bienestar).
Como en todas las campañas presidenciales norteamericanas, también
en la actual, la relación entre gasto público y progreso es uno de los temas.
R. J. Samuelson, periodista del Washington
Post, argumenta en The Withering ofthe Affluent Society que las cargas requeridas por las generaciones futuras
(inversiones en obras públicas, en pensiones, en protección del medio ambiente…),
hacen que los norteamericanos de cuarenta años o menos, vivirán en un país
quizá más rico, pero ellos tendrán que serlo menos para pagar esas cargas. En
España, la crisis económica también nos hace mirar al futuro con pesimismo.
¿Deberíamos guardar algo la gente de hoy
para la gente de mañana? ¿Qué
porcentaje de la riqueza actual la sociedad
de hoy debería guardar para quienes
aún no han nacido?