
Supongamos que existiera una máquina de experiencias que pudiera proporcionarte cualquier experiencia que desearas. Superfantásticos neurofisiólgos podrían mediante ella estimular tu cerebro de modo que pensaras y sintieras que estabas escribiendo una gran novela, haciendo amigos o leyendo un interesante libro. Todo el tiempo estarías en realidad flotando en un tanque, con electrodos conectados a tu cerebro. ¿Querrías conectarte a esta máquina de por vida, pre-programando tus experiencias vitales? Si te preocupa perderte experiencias deseables, podemos suponer que las empresas proveedoras de este servicio podrían haber investigado en las vidas de muchas personas, de modo que pudieras escoger de entre una inmensa biblioteca o smorgasbord de tales experiencias, seleccionando tus experiencias vitales para, digamos, los próximos dos años. Una vez que los dos años hubieran pasado, tendrías diez minutos o diez horas fuera del tanque para seleccionar las experiencias de tus próximos dos años. Por supuesto, una vez en el tanque no sabrías que estabas allí, pensarías que todo estaría ocurriendo de verdad, realmente…. ¿Te conectarías a esta máquina? Al fin y al cabo, ¿qué más podría importarnos aparte de cómo vivimos nuestras vidas desde dentro? R. Nozick, Utopia, State and Utopia (1974).