domingo, 18 de abril de 2010

IDEAS SOBRE LA JUSTICIA


No estaría mal reunir a varios políticos para que reflexionaran y discutieran sobre la idea de la justicia. David ha ofrecido un sitio, Rosa un libro... Es de Amartya Kumar Sen, uno de los intelectuales mundialmente más conocidos, quien acaba de publicar "La idea de la justicia" (Ed. Taurus). Allí expone, por ejemplo, el siguiente problema:


Tres niños, Anne, Bob y Carla, están peleándose por una flauta ¿A quién es justo que se la demos? Anne dice que ella debería tenerla porque es la única que sabe tocarla. Si eso todo lo que supiéramos del asunto, los motivos para dársela a ella serían bastante fuertes. Pero si hablara Bob, nos diría que él debe tenerla porque es el único de los tres que no tiene juguetes, debido a que es muy pobre. Si sólo oímos a Bob, parecería justo dársela a él. Un último escenario es que la historia la cuente Carla, quien nos dice que ella ha empleado muchos meses para fabricar la flauta con su propio trabajo (lo que es confirmado por los otros dos niños), y que justo cuando la acaba de terminar quieren arrebatársela. Si sólo oímos a Carla, seguramente pensaríamos que lo justo es dársela a ella. Pero ¿y ahora que hemos oído las tres historias, quién es justo que tenga la flauta?

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo justo sería que se pusieran deacuerdo entre los tres para tenerlo un cierto tiempo cada uno de ellos, así los tres niños podrían disfrutar de ella y no tendrían porque pelearse!


MARIA DOLORES QUESADA MARTINEZ

David dijo...

Creo que la cosa cambia bastante en función del punto de vista desde el que lo analicemos.

¿El problema lo vemos desde la perspectiva del que tiene que impartir justicia?, o sea ¿desde el Estado? Si es así, la solución no debe ser compleja, bastará con aplicar las normas de ese Estado, sean justas o injustas para alguno de los tres niños (así lo veía Hobbes).

Otra cuestión que cabría aclarar es si son los tres niños los que entre ellos tienen que decidir (sin pelearse). Si esto es así, y suponiendo que tengan capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto de forma objetiva (esto también tiene su aquél...) parece claro que la que fabricó la flauta es la que tiene el derecho legítimo a quedársela. En todo caso, ella no tiene culpa ni de que uno sea pobre, ni de que la otra sea un genio tocando la flauta pero no tenga una con la que hacer disfrutar al resto del mundo con sus habilidades.

En cualquier caso, si yo fuera Carla, fabricaría dos flautas más, una se la regalaría al niño pobre, con lo que haría una buena acción y me ganaría el cielo. Y la otra se la vendería a Anne a un buen precio (seguro que es una niña con posibles....) y me ganaría unos eurillos....

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con David.

Cristina.

Anónimo dijo...

Opino lo mismo que David.Como será casi imposible que los niños se pongan de acuerdo habrá que recurrir a la ley( únicos preceptos que buscan la igualdad en todas las competencias del Estado según los gobiernos)que obviamente le dará la razón a Carla por ser la creadora de la flauta.

Se nos presentará entonces la siguiente situación:
Tendremos a una persona contenta y a dos descontentas; la medida tomada sería la más justa a modo general, puesto que si no tuvieramos unas leyes que intentaran homegeneizar un poco todos los problemas que se presentan esto sería un auténtico caos pero, a nivel personal, sería lo más justo? como bien dice David nadie tiene culpa de vivir en las circunstancias que le han tocado.

Por eso, si Carla fuese una niña inteligente( que seguro que lo es)vería que la solución impuesta no es la más justa de todas, ve que ni Anne ni Bob están contentos y como es consciente de que su felicidad no es más importante que la de los otros dos niños debería idear otra alternativa a este problema:fabricaría dos flautas más, una para cada niño.A Bob se la daría con la condición de que se reunieran todas las tardes para jugar con la flauta y a Anne a cambio de que ésta les tocara alguna de sus mejores melodías tanto a ella como a Bob un par de veces a la semana además de intentar enseñarlos a tocar.De esta manera los tres niños estarían ahora contentos; Anna sólo habría perdido el dinero de los materiales pero habría ganado mucho más en satisfacción personal, más gratificante e importante que cualquier ganancia material.

MªJosé Camargo García.

Bárbara dijo...

Se nos propone un problema y se nos pide que aceptemos, siquiera hipotéticamente, el papel de mediadores. Tres niños enfrentados por una flauta. Siguiendo a David y a María José, el problema quedará zanjado por la vía de aplicar las leyes que para el caso sean pertinentes. Pero no sabemos de qué Estado estamos hablando y desconocemos igualmente qué leyes puedan aplicarse. Por qué suponer que tal Estado dará la flauta a Carla, que la fabricó? Podríamos suponer que tal Estado haría desaparecer la flauta….instrumento del demonio! O que se la quitaría a Carla para dársela a Bob, que es tan pobre que carece de todo, compañero. Quizá la flauta pasara a ser propiedad de Anne puesto que es la única que puede utilizarla. Nada de eso se nos dice en el texto. Se nos pide tan sólo que aceptemos por un momento el papel de mediadores.
La solución que nos propone María José no me parece posible. Primero porque da por hecho que Carla será sensible a la infelicidad de los otros dos niños y será consciente de que su felicidad no es lo más importante. Estamos seguras de eso? Podemos suponer tal cosa ateniéndonos al texto? No se nos habla en ningún momento de cuáles puedan ser los afectos, ni los caracteres ni las personalidades de los tres niños. Eso ha de quedar fuera de la cuestión y además es irrelevante para la mediación en el problema. No sólo irrelevante, sino que para llegar a la resolución más justa de la que seamos capaces deberemos dejar de lado tales consideraciones. Podríamos dejarnos influir por la simpatía que nos produjera alguno de los niños y resolver el conflicto en su favor sólo por un sentimiento de simpatía, con lo cual seríamos injustos. O al contrario, guiándonos en la resolución por antipatía hacia alguno de ellos.
Estoy segura de que obligar a los niños a reunirse todas las tardes (y aun si fuera para comer ricos pastelitos), obligar a Anne a tocar dos veces por semana sus lindas melodías y a enseñar a tocar la flauta a los otros dos niños, obligar a Carla a fabricar dos flautas más, siendo que la primera ya le fue muy laborioso fabricarla, no es, a mi juicio, la solución más justa, y de ningún modo puedo suponer que los niños estarían contentos, aquí paz y después gloria. Entre otras cosas, porque estamos suponiendo que los tres niños son amigos, comparten vida y juegos, a pesar del eventual disgusto que ahora sufren. Sabemos que los niños se conocen (puesto que han confirmado que Carla fabricó la flauta) pero no podemos aventurar cuales sean las relaciones entre ellos, sus simpatías o antipatías. Lo único que sabemos es que Carla fabricó una flauta, Anne sabe tocarla (mal o bien, tampoco se nos dice y es igualmente irrelevante), y que Bob es tan pobre que no tiene ni siquiera un juguete. Estos son los únicos datos reales con los que contamos y a los que hemos de atenernos para proponer una decisión.

Bárbara dijo...

Una vez conocido el caso, una vez conocidas las peticiones y razones de los niños, podemos tomar una decisión “desde arriba” o proponer que los niños aporten sus soluciones y posibles acuerdos para dirimir la cuestión y considerarlos como parte importante de la resolución a tomar. A mi parecer, esta última vía es la que cuenta con mayores garantías y la que puede aportar un mayor grado de satisfacción para todos.
Puedo preguntarme, y preguntar a Carla, con qué finalidad trabajó durante tantos meses en la fabricación de una flauta que no sabe tocar, siendo que una flauta no es un juguete y que tomada como juguete es bien deficitaria. Trabajó durante meses por el sólo placer de fabricarla, como me decía ayer David? Lo dudo razonablemente. Ninguno de nosotros trabajamos ni nos esforzamos tantísimo por el sólo placer de hacer algo. El placer no es tan compensatorio, hay alguna otra recompensa que esperamos. Quería Carla vender la flauta, alquilarla, regalarla, exhibirla como su pequeño tesoro, exhibir sus habilidades de luthier? Qué sé yo. Es cierto, que como sea, ella la fabricó y que por tanto, le pertenece. Ha fabricado la flauta y se produce un disgusto, un conflicto con Anne y con Bob. No ha de sentirse culpable, David, porque Bob sea tan pobre o porque Anne sepa tocar la flauta pero no pueda disponer de una. Sin embargo, podría considerar que haciendo efectivo su derecho sobre la flauta, se está “echando” encima a Bob y a Anne, o a dos tercios de la humanidad, en este universo de tres niños. No sé por qué, pero preveo que su pequeño tesoro no estará nunca a salvo. Incluso si Carla fuera insensible a la infelicidad de los otros dos niños, seguramente consideraría la gravedad del problema y lo precario de su situación. Sería suficiente para avenirse a algún acuerdo con Anne y Bob.
En realidad, no veo problema ninguna para que ella y Anne llegaran a un acuerdo. Ambas pueden mutuamente retribuirse: Anne podría enseñar a Carla a tocar la flauta a cambio de poder disponer de ella para su solaz y Carla podría al fin dar su verdadero uso a la flauta que fabricó. De manera que ellas por su parte podrían muy bien entenderse.
Quien está en absoluta exclusión es Bob, porque no dispone de nada con qué retribuir a Carla, por poder disponer de la flauta, o a Anne por enseñarle a tocarla. Y ahora qué hacemos?

Bárbara dijo...

La flauta es sólo una flauta. O la flauta es un bien, puesto que los tres niños pelean por ella (contienden? Besos, Rosa). Podemos hacer de la flauta una metáfora y trasladarla a cualquier otro ámbito y entre cuales quiera otros ciudadanos. No siempre quien fabrica un bien, o como quiera dispone de él, está en condiciones de fabricar otro igual. No siempre es tan sencillo como fabricar una flauta. Pero sigamos con el cuento. Carla y Anne casi ni nos necesitarían para llegar a un acuerdo privado entre ellas. Ahora bien, qué hacemos con Bob? Podríamos desentendernos de él, podríamos concluir que no tiene con qué hacerse cargo de la flauta, qué pena y qué dolor, Bob, pero estás fuera.
No es esta mi idea de justicia, de modo que mi preocupación sería ahora cómo incluir a Bob en la comunidad con las otras dos niñas (dos tercios de la humanidad), cómo no dejarlo afuera, cómo no excluirlo del provecho y disfrute de un bien, de algo que él, igualmente, percibe como un bien y que, por tanto, quiere. Y no sólo quiere, sino que afirma tener algún tipo de derecho a tenerlo.
Creo que no quedaría más remedio que tratar de que Carla y Anne comprendieran que es un mundo mejor cuando nadie queda excluido, cuando todos pueden participar (ser parte). Pero podría ser que ninguna de las dos compartiera, ni mucho ni poco, mi idea de justicia ni mis razones. Podrían negarse a realizar ningún esfuerzo para evitar que Bob se quede afuera. Y si no hay apología de la solidaridad que lograra convencerlas? Debería, entonces, obligarles a ello? Y cuál sería el modo idóneo para que los tres pudieran disfrutar de la flauta? Debería obligar a Carla a fabricar una segunda flauta si esto fuera posible, quizá obligarla a ceder la flauta los ratos que Bob fuera a jugar con ella? Obligar a Anne a enseñar a Bob a tocarla? O quizá debería habilitar la manera de aportar la retribución que Bob no puede? Comprar o alquilar la flauta a Carla, quizá pagarle las clases a Anne si Bob quisiera aprender a tocarla y no se tratara solamente de jugar con ella?
Si no lograra de las niñas un compromiso de solidaridad, me parece que la solución más satisfactoria sería la de asumir algún modo de pago o retribución a cuenta de Bob.

Resulta que acabo de asumirme como Estado solidario y…la Historia me absolverá!!
(Me absolverá igualmente por mi verborrea incontinente o me estaré labrando un Karma de mucho cuidado?)

Santiago dijo...

No estoy muy de acuerdo con las propuestas de los compañeros por los siguientes motivos: 1º porque no se plantearía el problema si los tres niños se pusieran de acuerdo, cosa que no es posible dado el planteamiento del problema. 2º Tampoco aplico la opción de aplicar el derecho positivo del Estado, porque habría que plantearse ¿de qué estado hablamos? ¿qué concepto tiene ese hipotético estado sobre la propiedad privada?. Veámoslo desde un punto de vista de la justicia. ¿Qué es la justicia? Ulpiano decía: "la justicia es la voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo suyo". Si aplicamos este concepto unido al de legitimidad, la flauta pertenece al que la crea y por tanto al propietario. Con este argumento nos puede fallar el derecho positivo, pero nunca nos puede fallar la legitimidad. Los otros dos niños no tendrían argumentos posesorios más allá de la habilidad práctica en el caso del primer niño o de la moral en el caso del segundo. Por tanto la flauta es del tercer niño.

Anónimo dijo...

La pregunta es una pregunta trampa. Tres niños se pelean. Aplicando la justicia ¿A quién le damos la flauta?
La respuesta es fácil, cuique suum, a cada uno lo suyo. La flauta pertenece a Carla. Pero la cuestión no termina ahí, eso es sólo el principio. Si Carla está jugando y quiere la compañía de los otros dos niños tiene que ejercer su derecho de posesión sobre la flauta y a la vez su deber de compartirla. De lo contrario debería marcharse con su flauta a una isla desierta y aprender a tocarla por ciencia infusa.
Si quiere convivir con los otros niños Carla debe aceptar sus obligaciones. Así que debe compartirla con Bob por solidaridad y con Ana porque sabe tocarla y puede enseñarles. Ahora entran en juego los deberes de Ana y Bob. Ellos no tienen derecho de posesión sobre la flauta pero Carla está obligada a compartirla con ellos, no a cambio de nada, sino exigiendo a su vez el cumplimiento de las obligaciones de sus compañeros. Ana tiene la obligación de enseñar a tocar a Bob y Carla porque ella es la única que sabe y tiene que pagar el usufructo de la flauta con clases gratuitas de música. Bob no puede ampararse en su pobreza de juguetes para esperar ser subsidiado toda su vida. Está disfrutando de una flauta que no es suya y recibe clases gratuitas para aprender a tocarla. Tiene una obligación clara por muy joven que sea. Debe ayudar a construir o producir él solo otras flautas hasta que haya flautas para todos, todos sepan tocarla y formen una orquesta de viento que se llama responsabilidad, solidaridad, justicia y convivencia.