viernes, 11 de noviembre de 2011

¿Por qué tanto interés en que vayamos a votar?


No sólo los políticos, también mucha gente desencantada con la política, nos pide que votemos: que votemos a los que seguramente ganarán, a los que podrían ganar si les votáramos, en blanco, en nulo, pero que votemos. No hago la pregunta porque defienda no votar, o votar en blanco, sino para que pensemos respuestas. Quiero llamar la atención sobre que el voto, entre otras cosas, tiene la función de legitimar al Estado. Decía el deán de la Catedrál de St. Paul, W. R. Inge, famoso por su ingenio que "a man may build himself a throne of bayonets, but he cannot sit on it" (con bayonetas podríamos construirnos un trono, pero no podríamos sentarnos en él). John Locke, en el capítulo VIII de su Second Treatise of Government (1690), puso las bases de la teoría de que, cuando votamos, expresamos nuestro consentimiento al gobierno que salga elegido, y así nos obligamos a no rebelarnos contra las leyes que establezca. Pero, ¿realmente votar da para tanto como decía Locke? Unas frases suyas al respecto son:

And thus every man, by consenting with others to make one body politic under one government, puts himself under an obligation to every one of that society to submit to the determination of the majority, and to be concluded by it (J. Locke, Second Treatise of Government, Nueva York, Yale University Press, 2003, p. 142)