La hibridación significa el movimiento continuo hacia una identidad imposible de fijar. El pasado de cada identidad está sembrado de vertederos a los que se ha ido arrojando diariamente y uno a uno los objetos anteayer indispensables y ayer convertidos en “cargas engorrosas”. El horizonte ideal del marketing sería lograr que los deseos fueran” irrelevantes” con respecto a la conducta de los clientes potenciales. Los deseos tienen que ser cultivados (a menudo a un alto coste) y cuando alcanzan su desarrollo, su pleno desarrollo, pierden toda o gran parte de su “flexibilidad” inicial, con lo cual sirven solamente para usos específicos y (generalmente) demasiado limitados. Los deseos y los caprichos momentáneos, por el contrario, no necesitan incubación ni preparación, por lo que pueden funcionar sin inversión alguna.
Su reflexión es interesante, pero lo sería más si terminara su pensamiento, pues parece haber varias ideas a la vez coyo enlace y conclusión se me escapan. ¿Propone los productos de Freitag como un ejemplo de hibridación que hace la identidad imposible de fijar? ¿Cree más bien que la identidad es siempre hibridación? ¿Qué son esos deseos y caprichos momentáneos de los que habla al final? ¿acaso son, frente a los deseos más 'elaborados' y reflexivos es verdadero reducto de la libertad? Y por último, ¿es usted alumno o visitante del blog? (en cualquiera de los dos casos su contribución es bienvenida).
There are billions of things which may be felt, millions taht may be thought, thousands that may be said, hundreds that may be done, dozens alone which may perhaps be done collectively T. V. Smith
2 comentarios:
La hibridación significa el movimiento continuo hacia una identidad imposible de fijar.
El pasado de cada identidad está sembrado de vertederos a los que se ha ido arrojando diariamente y uno a uno los objetos anteayer indispensables y ayer convertidos en “cargas engorrosas”.
El horizonte ideal del marketing sería lograr que los deseos fueran” irrelevantes” con respecto a la conducta de los clientes potenciales.
Los deseos tienen que ser cultivados (a menudo a un alto coste) y cuando alcanzan su desarrollo, su pleno desarrollo, pierden toda o gran parte de su “flexibilidad” inicial, con lo cual sirven solamente para usos específicos y (generalmente) demasiado limitados.
Los deseos y los caprichos momentáneos, por el contrario, no necesitan incubación ni preparación, por lo que pueden funcionar sin inversión alguna.
Su reflexión es interesante, pero lo sería más si terminara su pensamiento, pues parece haber varias ideas a la vez coyo enlace y conclusión se me escapan. ¿Propone los productos de Freitag como un ejemplo de hibridación que hace la identidad imposible de fijar? ¿Cree más bien que la identidad es siempre hibridación? ¿Qué son esos deseos y caprichos momentáneos de los que habla al final? ¿acaso son, frente a los deseos más 'elaborados' y reflexivos es verdadero reducto de la libertad? Y por último, ¿es usted alumno o visitante del blog? (en cualquiera de los dos casos su contribución es bienvenida).
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