domingo, 26 de octubre de 2008

¿SE ACABÓ EL "SÉ TÚ MISMO"?


Creo que son desiderata de la filosofía la clarividencia y la prospección: ver con claridad las posibilidades futuras a partir de los indicios que ofrece el presente. Las sugerencias del filósofo y sociológo francés G. Lipovetsky son muy útiles en este sentido. La semana pasada participó en el Congreso Internacional de Moda que organiza el Centro Superior de Diseño de Moda en el Museo del Traje de Madrid. En una entrevista concedida a "El Mundo" el jueves 23 de octubre declara sobre la caída de las bolsas: "puede que sea buena cosa. ¿Sabe? Yo creo que el siglo XXI será el de la introducción de nuevas fórmulas de equilibrio frente al S. XX, que ha sido un despilfarro constante... Es que los individuos necesitamos que nos pongan límites. Solos no sabemos siquiera cómo educar a nuestros hijos, ni cómo alimentarnos". Y termina: "hoy día dos chicas tienen los mismo vaqueros de H&M y lo encuentran divertido. En contra de lo que se suele pensar, la moda cada vez es menos importante. El esnobismo, la necesidad de manifestarnos como diferentes se está traslandando de la apariencia a los referentes culturales: las novelas que se leen, la música que se escucha... Cada vez más las personas pretenden sentirse bien, no sentirse diferentes. Las personas quieren estar delgadas y sanas como todo el mundo, tener un trabajo cómodo y agradable como todo el mundo, vivir en una casa mona como todo el mundo".


Y yo me pregunto: ¿de verdad somos como todo el mundo?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Somos personas únicas.
Personas únicas... ...con muy poca personalidad.

O se pasa por el aro de todo lo que la sociedad nos "impone" (muchas veces sin tan siquiera darnos cuenta, que es lo peor), o se sobreactúa una diferencia que en el fondo no es más que una pose tanto o más borrega que lo anterior. (Como el adolescente que para ser distinto al resto se hace gótico y no es más que un gótico más cayendo en su propia paradoja. Por poner un ejemplo.De tantos)

No estoy tan segura de que ahora se sea "más igual" que antes. Lo que sí creo es que las nuevas generaciones saben, piensan y reflexionan menos que antes. Lo cual de algún modo los iguala.¿No?


Tras (y con)la reflexión que se plantea, y mezclando el clásico "Nosce te Ipsum"(Conócete a ti mismo) y el kantiano "Sapere Aude" (Atrévete a pensar,) podría resultar un: *Atrévete a ser tu mísmo*

¿Tenemos el valor?





Teresa.

Anónimo dijo...

Buena parte de culpa de que "seamos como todo el mundo" la tienen los medios de comunicación especialmente la televisión.

Con asiduidad
nos bombardean con anuncios publicitarios en los cuales sólo aparecen chicos y chicas guapos, delgados, con un buen coche y ropa de marca. Eso es lo que nos han acostumbrado a ver y eso es lo que queremos ser.

No podemos ser nosotros mismos porque "no está de moda". Sin embargo, es posible que no nos hayamos detenido a pensar que tal vez "nosotros mismos" somos así, como quieren que seamos. Y lo somos porque puede que no "sepamos ser" de otra manera.

Toñi.

Anónimo dijo...

El ser como todo el mundo es una consecuencia de la globalización y de la democratización de la cultura.
El mundo está a nuestro alcance con internet y la tv, todas las personas (o casi) tienen acceso hoy día a internet por no decir quién no tiene una tv en su casa hoy día. Este sistema globalizado ofrece mediante sus herramientas la imagen del mundo que quiere enseñar porque es la que interesa que la gente compre e imite. Los pueblos van perdiendo cada vez más su identidad y dejándose influenciar por tradiciones extranjeras. Y la gente sigue la tendencia en lugar de marcar tendencia.
La democratización de la cultura fue algo maravilloso que las personas no hemos sabido apreciar. En lugar de sentirnos afortunados por poder ver, leer, escuchar y apreciar todas aquellas obras que antes eran inalcanzables para nosotros, no sólo ni nos alegramos, si no que además dejamos que mediante una revista nos digan qué libro es el más leído y lo leemos, vamos a ver la película más vista o más premiada, dejamos que una emisora de radio nos imponga un gusto musical y dejamos que una feria de arte decida que es arte hoy y qué no lo es y lo aceptamos sin rechistar.
Y bueno, si esto es así, en un mundo en el que todo el mundo quiere ser igual que todos los demás porque el sistema lo muestra como lo bueno, lo guay y lo "cool" ¿quién va a querer demostrar que desea ser diferente?
Creo que quizás Teresa tenga razón cuando dice que o pasamos por el aro todo lo que la sociedad nos impone o sobreactuamos marcando una diferencia que quizás en realidad no sea más que una pose aún más borrega que lo anterior, no lo sé, la verdad. Lo que si sé es que la globalización y la democratización de la cultura son "regalos envenenados"
que el sistema le ha hecho a la sociedad para seguir manipulándola, pero ahora, de una manera más sútil y agradable, porque ¿a que es genial que podamos llevar el mismo corte de pelo que Victoria Beckham?
Aunque claro, a ella se lo hacen gratis porque luego habrá 2 millones de chicas que pagarán una pasta por llevar ese estúpido corte de pelo, pero ¿qué más da? es lo que se lleva.

Cristina S.

Anónimo dijo...

Antonio

(Abajo os dejo un enlace que merece la pena ver después de leer mi comentario.)

Dejarse llevar por la moda es algo que se viene practicando desde la antigüedad para aquellos que se lo podían permitir... Basta con ver grabados,… pinturas… en las distintas épocas.

Las tendencias de consumo desde siempre han sido signo de distinción de clases sociales, marcando diferencias, mucho más evidentes conforme han ido avanzando las sociedades, especialmente desde la Revolución Industrial hasta nuestros días.

Vivimos un momento social en el que al parecer llevar la misma ropa o tener los mismos hábitos que la mayoría, no sólo no nos preocupa sino que nos hace estar mejor con nosotros mismos o hasta quizás aún, sentirnos “más unidos” a nuestros amigos, vecinos o conocidos. A esto se le ha llamado toda la vida: ser borrego. Hace unos años era un insulto, pero hoy hasta el término ha perdigo significado, ya que se ve tan normal hacer lo de todo el mundo y tan aceptado socialmente, que se procura evitar lo contrario.

Ser borrego no es un hecho nuevo, lo que es nuevo es la difusión de medios y la rapidez en que propagan las tendencias borreguiles. Éstas recorren el planeta en minutos proporcionando sustanciosos beneficios a las multinacionales que las propagan.

Es más fácil ser borrego que pensar, personas (en el más limitado sentido) que prefieren que otros tomen decisiones por ellos, limitados en el razonamiento, y lo que es peor, que se encuentran a gusto en sus posturas, opinando, vistiendo y consumiendo cuanto su economía les permite, y su gran ignorancia le otorga.

"La enfermedad del ignorante
es ignorar su propia ignorancia."

Amos Bronson Alcott. Filósofo y profesor estadounidense.

Pienso que en la sociedad hedonista que vivimos, todo lo que sea salirse de los cauces “normales” establecidos suponen un esfuerzo personal que no todos estamos dispuestos a pagar. A lo más, a creernos que somos distintos porque a veces somos "críticos" con el sistema.

http://es.youtube.com/watch?v=1L9x8fNreDw

Anónimo dijo...

Silvia
¿Se acabó el sé tú mismo?

Tal y como ya han comentado mis compañeros, una de las principales causas de que hoy en día distemos bastante de tener una personalidad propia, ha sido el desarrollo de los medios de comunicación, y más concretamente de la publicidad, la cual es capaz de alcanzar la conciencia y determinar nuestras elecciones. Sin embargo, con esta afirmación no estamos descubriendo nada nuevo, puesto que fueron los teóricos de la Escuela de Frankfurt quienes, en los años treinta, empezaron a vislumbrar el problema que acarreaba la introducción de los mass media en la sociedad. Fueron sus integrantes quienes se dieron cuenta de que los medios de comunicación condicionaban el aparato ideológico, económico y cultural del ser humano provocando tal homogeneización de los individuos, que éstos ya no decidían libremente.

Y realmente no se equivocaron al plantear sus conclusiones, pues esto es precisamente lo que ha ocurrido. Por medio de la publicidad, nos identificamos con una imagen, un producto y finalmente con la compra, sin tan siquiera preguntarnos si realmente tenemos necesidad de ello. Esta falta de reflexión cuando hemos de adquirir un producto, de seguir una determinada ideología, y/o en definitiva, a la hora de tomar decisiones, se debe a que nos encontramos atrapados dentro de este sistema de manipulación social, que nos impide el ser nosotros mismos. Para escapar de él, la Escuela de Frankfurt propuso como solución un retorno al pensamiento; ya que consideraban que las tecnologías habían provocado que los individuos dejaran de pensar, para solamente actuar. Para su consecución, defendieron la autorreflexión, puesto que sólo así, el ser humano reaccionaría ante las ideas que tratan de vendernos la radio, la prensa o la televisión.

El problema es que hoy en día, es tal el grado de manipulación en el que nos encontramos que no nos damos cuenta de que realmente estamos siendo manejados por los medios de comunicación. De ahí que no nos importe el que todos tengamos las mismas expectativas de futuro, que deseemos las mismas cosas y que además nos sintamos insatisfechos si no lo cumplimos. Asimismo, y en relación a la propuesta que daban los integrantes de la Escuela, hemos preferido la comodidad que supone el no tener que pensar y tener que romper con los principios establecidos. Ahora bien, ¿podemos generalizar diciendo que TODA la sociedad se mueve por las mismas ideas y que no hay NADIE que se atreva a vivir siendo él mismo? Son unos pocos los que optan por ser diferentes al “rebaño” (y con esto hago referencia a la idea de “borrego” que señalaba Antonio) y luchan contra el sistema de manipulación. El problema es que aquellos que lo intentan son calificados de raros y son mal vistos por la sociedad homogénea en la que nos encontramos.

De momento, y aunque me sepa mal decirlo, es más fácil olvidar el ser “diferente” y conformarnos con vivir como los demás, eso sí, creyendo, pese a no ser verdad, que estamos siendo en todo momento “nosotros mismos”.

Anónimo dijo...

En cuanto a la afirmación de Lipovetski de que las personas necesitamos límites estoy totalmente deacuerdo. Vemos, últimamente, montones de noticias en las que las nuevas generaciones nos sorprenden (casi siempre en negativo), ahora por ejemplo está el juicio de los chicos que quemaron a una indigente en un cajero. Chicos con una posición acomodada en la que los dos padres trabajan, tienen todos lo que piden y pasan la mayor parte del tiempo solos, sin nadie que los controle y se sienten con derecho a hacer lo que quieran, incluso con la vida de los demás. Y desde el campo de la educación tampoco se ponen muchos límites, ya que en los últimos tiempos vemos como los profesionales pierden la autoridad frente a unos alumnos sobreprotegidos.

En cuanto al tema de la moda y la apariencia, tal como entiendo que lo plantea, no me parece mal que no nos distingamos en ello (apariencia, en el exterior y en las cosas más accesorias) si si nos distinguimos en los referentes culturas y en las cosas más del "espiritu".

Y en lo referente a lo manipulados que podamos estar por la publicidad y los medios de comunicación, pues si creo que cumplen bien sus objetivos, sobre todo en cuanto a crear nuevas necesidades que antes no teniamos. Pero tampoco creo que estemos tan aborregados como plantean algunos compañeros, yo miro a la gente de mi entorno y veo gente variada en cuanto a gustos, inquietudes,implicación en la vida pública, etc.

Olga

Nisunin dijo...

¿SE ACABÓ EL “SÉ TU MISMO”?

En este texto se recogen una serie de reflexiones muy interesantes acerca de nuestra sociedad, pues suscitan un amplio debate, como se demuestra gracias a los distintos comentarios aportados por mis compañeros de clase. Gilles Lipovetsky es un filósofo y sociólogo francés especialmente relevante por sus aportaciones en la descripción y crítica de la sociedad consumista en la que vivimos. Éste autor no es desconocido para mí, puesto que el año pasado, traté algunos aspectos recogidos en su libro El Imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas; una obra bastante interesante, en el que, primero analiza el fenómeno de la moda a lo largo de la historia, para luego centrarse en todos aquellos aspectos relacionados con ellas en la sociedad consumista de hoy en día.

Lipovetsky hace referencia en el texto, como bien ha indicado Olga en su reflexión, de la necesidad del ser humano en contener su conducta en unos determinados límites. Esta idea es totalmente cierta, puesto que a lo largo de la historia de la humanidad han tenido lugar toda una serie de acontecimientos que manifiestan esta necesidad. Un ejemplo claro de ello sería el Holocausto judío que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial, por parte del régimen nazi. ¿Cuántas personas fueron asesinadas por culpa de una determinada ideología, caracterizada por un total extremismo? ¿No es cierto que la mayoría de las potencias mundiales se unieron con el fin de que no volviese a ocurrir un crimen tan atroz?

En consecuencia, el hombre necesita una serie de limitaciones para poder orientar una vida de una manera sana y adecuada. Como afirmaba Olga en su comentario, nuestra sociedad se caracteriza por producir una nueva generación de niños que no reciben una correcta educación por parte de sus padres. Éstos han relegado esta obligación, que les pertenece sin duda, a los profesores y a los colegios. Olvidan sus responsabilidades como padres, pues no mantienen una relación muy estrecha con ellos; y, para compensar este hecho, los consienten y miman en exceso, convirtiéndose de este modo los niños en unas personas caprichosas e intolerantes. Un ejemplo de este tipo de jóvenes, son aquellos que maltrataron a una indigente en la puerta de un banco, y, no contentos con ello, la rociaron con un líquido químico, provocando su muerte.

Por otra parte, como ya han defendido mis compañeros, en el texto se hace patente la idea de la manipulación que el Estado ejerce sobre el ser humano a través de los medios de comunicación. En concreto, Silvia ha señalado correctamente que esta idea no es nueva, que ya la Escuela de Frankfurt diagnosticó este problema como el principal mal de la sociedad de su época, la precedente a la nuestra, siendo ésta su culminación. Pero, a pesar de este gran análisis, se equivocaron en la solución del problema: los fundamentos de su teoría son de carácter marxista, un aspecto que carece de sentido en la actualidad, puesto que la sociedad ya no se dirige en parámetros de grandes burgueses que ostentan el poder y pobres obreros que luchan por su supervivencia.

A pesar de estas limitaciones, como defienden autores como Adorno o Habermas, la autorreflexión es de gran utilidad como medio de escape de la manipulación de la sociedad. La crítica es una de las principales características del ser humano, pues se encuentra vinculada con su poder de raciocinio. El ser humano se ha convertido, como bien decía Antonio, en un “borrego” que trata de ser igual a los demás, en cuanto a la forma de comportarse, de pensar... Por lo que, como defendían los pensadores pertenecientes a la Escuela de Frankfurt como Lipovetsky se convierte en una verdadera necesidad que el hombre vuelva a adoptar una postura crítica ante la vida, que, en todo momento, sea consciente cuáles son las motivaciones que provocan que se comporte de una determinada manera o el origen de su ideología.

En esta línea de defensa de la autorreflexión destaca Guy Debord, un filósofo y sociólogo francés que escribió La sociedad del espectáculo, que se considera una de las causas ideológicas de la de la Revolución de mayo de 1968 protagonizada en París. Debord realiza un análisis muy importante sobre la sociedad consumista y el origen de esta situación. Entre sus reflexiones destaca la definición de “espectáculo”: un proceso de inversión de la vida, gracias al cual la realidad se considera como falsa y lo ilusorio, las apariencias, real. Esta inversión es el fruto de la consideración parcial de la realidad: el espectáculo sólo refleja imágenes de un sector de la sociedad y, luego, las transmite al resto de la población como si fuesen la única realidad, es decir, como si no existiese nada más en la sociedad a parte de lo que nos presenta el espectáculo.

El “espectáculo” sería para Debord el origen de la homogeneización de la sociedad y, en consecuencia, de la globalización. Los medios de comunicación se convierten, de este modo, como el referente a seguir para la sociedad. De este modo, una persona se vestirá adecuadamente si sigue los patrones de la moda que presenta las revistas dedicadas a este tema o si se parece su vestimenta a la que llevan los presentadores, invitados que aparecen la televisión.

La homogeneización de la sociedad constituye un verdadero error para su progreso. Cada persona debe ser fiel a sí mismo, vestir, actuar, pensar como considere correcto, y para este fin, la crítica y autorreflexión se vuelve en una herramienta indispensable. Del mismo modo, la globalización también sería otra equivocación para la cultura mundial. La historia de la humanidad se ha caracterizado por la existencia de numerosas civilizaciones diferentes entre sí; pero si ahora, todas pierden sus rasgos característicos y se encaminan a la creación y pervivencia de una sola (la estadounidense), la cultura observará un decrecimiento de sus productos. La variedad constituye el florecimiento de una verdadera cultura y ésta requiere de personas con capacidad crítica y, en última instancia, de una sociedad heterogénea. Por consiguiente, aunque el avance de los medios de comunicación nos ha permitido una democratización de la cultura, también ésta ha perdido en riqueza y variedad, pues ahora en todos los rincones del mundo (siempre que se trate de un “país desarrollado”) se escucha determinada música, se leen los mismos libros, se ven las mismas películas, etc.

Finalmente, se debe reseñar el hecho de que es muy fácil teorizar sobre cómo debe portarse el ser humano y aconsejar que debe ser uno mismo ante la marea social que se mueve a contracorriente. Al igual que afirma Silvia, es muy difícil llevar a la práctica esta teoría, puesto que cualquier persona que se salga de lo que se considere “normal” es inmediatamente aislada e ignorada por el resto de la sociedad. Sin embargo, creo que la humanidad debe dirigir sus pasos hacia este fin; pues, si no es así, ¿qué futuro nos espera?

Anónimo dijo...

Es verdad que los medios de comunicación nos influyen sin darnos cuenta,no somos conscientes hasta que punto,que cada vez es más difícil ser diferente y crear una tendencia o algo novedoso, porque ahora mismo estamos en unos tiempos en que se lleva practicamente todo, te puedes encontrar a personas muy diferentes entre si con inquietudes y valores totalmente opuestos a los tuyos. Pero también lo que sucede que para ser diferente, tal y como ha dicho Teresa, no todo el mundo tiene el valor de hacerlo,porque no es sencillo y más si nos bombardean con publicidad y mensajes subliminales; pero en esto consiste este mundo actual globalizado. Si hay alguien que se sale fuera de los parámetros establecidos,es criticado, por eso nos hemos convertido en personas acomodadas,pero eso no debería quitar a que tengamos una moral del sentido de las cosas,inquietudes y que seamos conscientes de lo que está sucediendo en el mundo, que tengamos una crítica y que nos movilicemos. Pero como ya he dicho anteriormente, estamos en una época en la que se lleva todo, y hay opiniones también para todos los gustos.

Julia Torreblanca