Mañana se proyecta a las 19:00 esta inolividable (literalmente) película de Von Trier en la Filmoteca de Andalucia con el propóstio que da título al ciclo: Mirar, Pensar, Debatir.
(http://www.filmotecadeandalucia.com/_pelicula.php/2015/Dogville/1/).
Dogville nos propone una fantasía o fábula moral mediante la que Von Trier nos traslada a una sociedad cerrada cuyo funcionamiento podremos ver al detalle, y somete a esa sociedad a un juicio meticuloso e integral, como si el director estuviera construyendo una utopía (o anti-utopía) que fuera una parábola de todas las sociedades. Pero, ¿qué representa Dogville concretamente? Dado el antiamericanismo de izquierdas de Von Trier, la película enseguida fue interpretada como una crítica cáustica al puritanismo hipócrita norteamericano, y más concretamente a la América de Bush, entonces en el poder. Pero también puede interpretase en un contexto europeo o danés. En este caso Dogville sería una crítica a la tentación aislacionista y xenófoba de las sociedades del bienestar europeas, una denuncia de sus resistencias para compartir con extranjeros e inmigrantes las ventajas de la cooperación social. Concretamente la sociedad danesa, con uno de los sistemas de bienestar social más desarrollados del mundo, pero también con una educación focalizada en lograr la identificación con el grupo, ya había sido objeto de la venenosa crítica de Trier en otras películas (y sobre todo en Los idiotas). Pero también, y ésta es la interpretación que más me interesa proponer, Dogville puede ser vista como una reflexión sobre la justicia social. La protagonista, que no por casualidad se llama Grace (Nicole Kidman) es un ángel, un “regalo del cielo” (más o menos ése es el significado teológico de la gracia). Pues bien, ¿qué sucedería si un ángel viniera a nuestra sociedad? ¿aceptaríamos sus regalos y lo acogeríamos, o por el contrario terminaríamos deshonrándolo y haciéndonos merecedores de la ira divina? Les propongo una lectura en términos de teología política, seguramente tan irreverente como la propia película, según la cual los terribles dioses del Antiguo Testamento juzgan el pacto social en el que se basa nuestra convivencia.
Dogville nos propone una fantasía o fábula moral mediante la que Von Trier nos traslada a una sociedad cerrada cuyo funcionamiento podremos ver al detalle, y somete a esa sociedad a un juicio meticuloso e integral, como si el director estuviera construyendo una utopía (o anti-utopía) que fuera una parábola de todas las sociedades. Pero, ¿qué representa Dogville concretamente? Dado el antiamericanismo de izquierdas de Von Trier, la película enseguida fue interpretada como una crítica cáustica al puritanismo hipócrita norteamericano, y más concretamente a la América de Bush, entonces en el poder. Pero también puede interpretase en un contexto europeo o danés. En este caso Dogville sería una crítica a la tentación aislacionista y xenófoba de las sociedades del bienestar europeas, una denuncia de sus resistencias para compartir con extranjeros e inmigrantes las ventajas de la cooperación social. Concretamente la sociedad danesa, con uno de los sistemas de bienestar social más desarrollados del mundo, pero también con una educación focalizada en lograr la identificación con el grupo, ya había sido objeto de la venenosa crítica de Trier en otras películas (y sobre todo en Los idiotas). Pero también, y ésta es la interpretación que más me interesa proponer, Dogville puede ser vista como una reflexión sobre la justicia social. La protagonista, que no por casualidad se llama Grace (Nicole Kidman) es un ángel, un “regalo del cielo” (más o menos ése es el significado teológico de la gracia). Pues bien, ¿qué sucedería si un ángel viniera a nuestra sociedad? ¿aceptaríamos sus regalos y lo acogeríamos, o por el contrario terminaríamos deshonrándolo y haciéndonos merecedores de la ira divina? Les propongo una lectura en términos de teología política, seguramente tan irreverente como la propia película, según la cual los terribles dioses del Antiguo Testamento juzgan el pacto social en el que se basa nuestra convivencia.
7 comentarios:
Para empezar dos comentarios un tanto, absolutamente, personales, ruego me sean disculpados. En primer lugar, me encantó descubrir que Lars Von Trier eligió mi versión favorita del Stabat Mater de Pergolessi, Hogwood, Kirby y Bowman (http://www.youtube.com/watch?v=QYsjwKuC-Wg) y, por otro lado y a pesar del mal rato (tres horas largas), me alegré infinito de haber superado las resistencias que tuve allá por el 2003 para ir a ver esta “peli” cuando se estrenó en Madrid. Las experiencias de “Europa” (1991), “Rompiendo las olas” (1996) y “Los idiotas” (1998) habían sido demasiado incisivas y habían provocado tantas discusiones y tantos debates, crudos y a veces dolorosos, entre mi círculo de amigos que, iniciado ya el nuevo siglo, y en ese momento clave de mi vida (había decidido ser madre) decidí que no podía seguir incorporando las derivas morales, o boutades o irreverencias o certeras dianas en la conciencia o lo que quiera que significase todo aquello, de Lars Von Trier a mi bagaje cultural y vital. Así que, concluyendo, la de ayer fue una suerte de experiencia iniciática “a posteriori”, hice algo que había decidido no hacer hace diez años, lo cual me reafirma en lo saludable que es cambiarse de silla de vez en cuando para variar el punto de vista y seguir creciendo.
Rafael Cejudo inició el debate preguntándose por el sentido de la película y apuntando varias posibilidades, de las tres planteadas me quedo con la tercera: Grace sería una suerte de Mesías llegada a un pueblo perdido, la humanidad misma. Será en un principio incomprendida y por tanto rechazada para después ser incorporada a la vida del pueblo como un “gift from heaven” alguien que provee de esperanza y sentido a la paupérrima vida de los paupérrimos pueblerinos. La generosidad, paciencia e infinita bondad de Grace termina por descubrir, o revelar, la podredumbre moral de unas gentes alejadas del mundo, que viven en esa suerte de naturaleza prístina, sin estado, sin párroco y por tanto sin dios, sólo parecen tenerse a sí mismos dejándose llevar por el orden natural de las estaciones y por ese implacable narrador que dirige la minimalista puesta en escena. El padre, el dios gánster, se alza finalmente como un dios vengador aunque de maneras amables con su hija, es el dios del antiguo testamento, el dios irascible, colérico, capaz de grandes castigos para mostrar el camino correcto a la humanidad.
Que la acción se sitúe en Estados Unidos en la época de la Gran Depresión, que estalló en 1929 y se alargó hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial, parece un gran acierto para ilustrar esta posible interpretación. El pueblo desnudo, con las paredes de sus casas transparentes, dibujado sobre el suelo, con nombres que indican “lo que debería ser” aunque no sea ni vaya a ser nunca (Elm Street, Dog, House of Jeremiah, etc…) parece representar uno de aquellos pueblos de los primeros colonos puritanos expulsados de Europa en el XVII y que tan crudamente describió Hawthorne en “La letra escarlata”. Se trataba además en él el tema del pecado y el delito, el castigo y la pena a lo que también parece aludir “Dogville”. La “dudosa” moral de estas gentes aún perdura en las alas más duras de los neocons. (Léase Reagan, Bush padre, Bush hijo and followers) La vida privada no existe, está a disposición de ese dios castigador, del que nadie sabe, a quien se puede interpretar “libremente” aún a riesgo de caer fulminados por su rayo.
Que todas las fichas no encajen no es una novedad. Lar Von Trier nunca nos facilitará las claves de su proceso creativo entre otras cosas porque no desea ser interpretado ni “criticado”, quizá ni tan siquiera ser escuchado. Por cierto, ahora recuerdo que sí volví a ver a Von Trier… en 2004, en un documental-entrevista que hizo a Bergman sobre su película “Persona” (1966) y, sí, es imprescindible. (la de Bergman)
Pienso que es buena esta interpretación. Grace como un regao del cielo que es enviada para juzgar el pacto social de esta peculiar villa. Grace es como Jesucristo. Llega del cielo, hace el bien para todos y acaba casi crucificada, en este caso yo creo que peor que crucificada. Pero acabó ejecutando su venganza, juzgo y nos tocó lo peor.
El pueblo, que parecía vivir semiplácidamente en su pacto social acaba explotando de un modo inhumano al regalo del cielo. Y todo por sus propios intereses. Nadie parece apreciar en la villa lo que es el bien común ni los derechos de Grace. Pero quiero incidir en la desaparición del bien común, porque el pueblo se iba autodestruyendo y separando, cada individuo buscaba únicamente su propio interés.
Tal vez algo así ocurra en las sociedades actuales que parece quiere criticar Trier.
Me parece buenísima la película como crítica a estas sociedades modernas pero no obstante no quiero creer que esta sea toda la realidad de estas sociedades. En la película ningún ciudadano se interesa por Grace como persona, mientras que en las sociedades actuales, al igual que comportamientos de odio hacia lo extrangero, también hay movimientos que lo protegen y trabajan por la igualdad. Además el poder del pacto social actual respeta unos ciertos derechos del individuo.
Antonio Jesús Burrueco González.
Pienso que es buena esta interpretación. Grace como un regao del cielo que es enviada para juzgar el pacto social de esta peculiar villa. Grace es como Jesucristo. Llega del cielo, hace el bien para todos y acaba casi crucificada, en este caso yo creo que peor que crucificada. Pero acabó ejecutando su venganza, juzgo y nos tocó lo peor.
El pueblo, que parecía vivir semiplácidamente en su pacto social acaba explotando de un modo inhumano al regalo del cielo. Y todo por sus propios intereses. Nadie parece apreciar en la villa lo que es el bien común ni los derechos de Grace. Pero quiero incidir en la desaparición del bien común, porque el pueblo se iba autodestruyendo y separando, cada individuo buscaba únicamente su propio interés.
Tal vez algo así ocurra en las sociedades actuales que parece quiere criticar Trier.
Me parece buenísima la película como crítica a estas sociedades modernas pero no obstante no quiero creer que esta sea toda la realidad de estas sociedades. En la película ningún ciudadano se interesa por Grace como persona, mientras que en las sociedades actuales, al igual que comportamientos de odio hacia lo extrangero, también hay movimientos que lo protegen y trabajan por la igualdad. Además el poder del pacto social actual respeta unos ciertos derechos del individuo.
Antonio Jesús Burrueco González.
Me gustaría retomar esta entrada porque la película me encantó y me parece muy interesante. Primero he de decir que formalmente, como “obra de arte”, me pareció magnífica, por su originalidad en un amplio sentido y el desarrollo de los personajes, además del argumento. Pero vamos al grano. Bien es cierto que hay muchas posibles interpretaciones en torno a esta película, pero yo me quedo con una un tanto más general, sin contar con el contexto político.
En mi opinión, el pueblo de Dogville representa a la sociedad en general, el ser humano y su comportamiento en comunidad. Grace, “la salvadora del cielo”, que llega huyendo de la mafia, intenta ordenar una comunidad que encuentra amoral; Grace representaría el “bien”. Sin embargo, la comunidad que dudaba de ella en un principio, y parece aceptarla después, termina abusando de ella en todos los sentidos. El final es sobrecogedor y lo resume todo. Grace, que huía de la mafia, de su padre, y del crimen; acaba siendo rescatada por la propia mafia y vengándose de todo el pueblo, destruyéndolo por completo, pagando con la misma moneda, olvidando aquello de lo que huía.
Dogville podría representar los valores de Rousseau, donde el hombre es bueno por naturaleza. Sin embargo, el director pretende demostrar todo lo contrario, pues quien parecía la persona más bondadosa, Grace, se descubre finalmente su lado “humano” inevitable, y cae así en el rencor, la rabia y la venganza, igualándose al resto de la sociedad que ella creía corrupta. Nadie se salva, es la condición humana. Este podría ser el mensaje del director, en su línea pesimista y crítico, pero tan sólo es mi opinión.
Me atrevería a afirmar que el ser humano es egoísta por naturaleza, no hay nada – o casi nada – altruista, y esto no tiene por qué ser del todo negativo. Para continuar con el debate, me gustaría lanzar una pregunta: ¿el ser humano es “malo” por naturaleza, o es la sociedad quien lo corrompe? ¿Cuál es la verdadera condición humana, si la hubiera?
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Dogville, como lo haría una novela decimonónica al más puro estilo Ana Karenina o La Regenta, comienza con el narrador diciendo: “Los vecinos del pueblo eran personas buenas y honradas”, una primera pista de la evidente anagnórisis que luego ha de venir. El hecho de que la película cuente con un narrador, y además con un narrador omnisciente, es importante porque otorga objetividad a los hechos, y es de esto de lo que se trata, siendo la finalidad una catarsis en el espectador. Lars von Trier presenta una cinta literalmente teatral, algo que sin duda no es gratuito y no carece de una intención; la cual quizá sea mostrar a los personajes como eso mismo, como personajes, marionetas un tanto esperpénticas al servicio de su primitivismo y de unos peligrosos valores fijos que han interiorizado aun sin llegar a comprender. En tales personajes, que representarían a la sociedad en general, nos podemos reconocer todos, y Grace llega precisamente a Dogville para poner en evidencia la fragilidad de sus habitantes: de la entera humanidad.
En definitiva, la película podría interpretarse de muchas maneras y aun así de una sola. ¿Caricatura de la América Profunda y su intolerancia puritana? ¿Alegoría de la Alemania nazi? ¿Crítica al dogmatismo? ¿O más bien simple retrato de nuestra naturaleza, en que el hombre es un lobo para sí mismo?
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