lunes, 27 de diciembre de 2010

XANADÚ


En Xanadu Kubla Khan decretó que fuera construida una maravillosa cúpula de placeres, allí donde el Alph, el río sagrado, por cavernas inabarcables para el ser humando fluye hacia un mar sin sol


El matrimonio, monógamo claro, es una institución fundamental de lo que se llamaba (o se sigue llamando) moral burguesa. La interesante y animada discusión anterior, junto con un asunto que surgió en clase de Historia del Pensamiento Anglosajón, me lleva a otra de las instituciones clave de la moral burguesa: las drogas, quiero decir su prohibición. El mes pasado el 56% de los votantes californianos rechazaron en reféndum una propuesta de ley que permitía a los mayores de 21 años poseer hasta 28,35 gramos de marihuana y cultivar una superficie máxima de 2,3 metros cuadrados de cannabis (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1321383). La semana próxima en nuestro país estará prohibido fumar también tabaco en lugares públicos.

El tema de las drogas tiene muchas esquinas y se presta por eso a muchos tropiezos. Planteo algo más concreto a propósito del poema Kubla Khan (podéis leerlo en español en http://www.poesiaspoemas.com/samuel-taylor-coleridge/kubla-khan). Según su autor, S. T. Coleridge, en el verano de 1797 y con una salud maltrecha, había sufrido una ligera indisposición y por ello le habían prescrito un analgésico (opio), bajo cuyos efectos había caído dormido en su silla cuando estaba leyendo en una obra de un autor del S. XVII, Samuel Purchas, esta frase: "aquí el Khan Kubla ordenó que se construyera un palacio rodeado de un magnífico jardín. Y así ten millas de terreno fértil fueron rodeados por un muro". Durante tres horas Coleridge dijo que estuvo "en un profundo sueño, al menos de los sentidos externos, y que durante ese tiempo tuvo la más viva certeza de que no podría haber compuesto menos de doscientos o trescientos versos, si realmente puede llamarse a eso 'composición' cuando todas las imágenes se alzaron como si fueran cosas, con la producción paralela de las expresiones correspondientes, y sin ninguna sensación o conciencia de esfuerzo" (Cfr. "The Complete Poetical Works of Samuel Taylor Coleridge" en la biblioteca de la UCO). El producto de esta experiencia, o de lo que pudo recordar, es el poema Kubla Khan.

Hay muchas obras artísticas, desde musicales hasta cinematográficas, escritas bajo la influencia directa o indirecta de drogas. La cuestión es: ¿eso afecta al valor de tales obras?

17 comentarios:

Rosa Colmenarejo dijo...

Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) es considerado toda una autoridad en materia de consumo de drogas “visionarias” por Antonio Escohotado. A sus experiencias, relatadas no sólo en el poema aquí aludido sino en cartas y otros escritos dedica hasta doce referencias en su “Historia general de las drogas” (Espasa-Calpe, 1998). Efectivamente, Coleridge inaugura con el “Kubla-Khan” un género literario específico, el del viaje interior que Escohotado describe como una “excursión psíquica propiciada por algún psicofármaco distinto al alcohol”. Le seguirán De Quincey con sus “Confesiones de un comedor de opio” (1822) o “Los paraísos artificiales” de Baudelaire (1858). En el poema “El veneno”, éste último pretende homenajear a De Quincey y Poe: “El opio amplió lo que no tiene límites/ Saltó la inmensidad/ Profundizó tiempo, voluptuosidad,/ y con placer negro y triste/ para el alma excedió su capacidad.”

Pero no fueron los únicos, ni los primeros. En principio las sustancias inductoras de “viaje” han sido para la cultura occidental menos atractivas- o más sospechosas- que las capaces de estimular y sedar en abstracto el ánimo como el alcohol (HGD, 469); pero a partir del siglo XVIII, con el desarrollo del comercio colonial, se extendió el uso de derivados de la planta de opio y hachís con fines terapéuticos, de venta libre en boticas. Escohotado considera “estéticamente” comparable a las “confesiones” antes reseñadas, la literatura sobre auto-experiencias médicas realizadas concienzudamente en Milán principalmente por los farmacéuticos Giulio Caradini o Giovanni Polli.

Dado que está demostrado, por los registros de sus farmacias habituales, el consumo de láudano de artistas como Goethe, Novalis, Goya, Shelley, Byron, Wordsworth, Keats, Walter Scott, Isadora Duncan, Louise M. Alcott, Stevenson (Cocaína), Poe… revisar el valor artístico de las obras producidas por la cultura occidental antes de la imposición de la corriente prohibicionista revelaría la necesidad de realizar una nueva teoría del arte que dejaría fuera de su historia a los principales artistas reconocidos. La respuesta a la pregunta planteada es, por tanto, no. De ninguna forma se puede cuestionar el valor de una obra de arte por el consumo de drogas de su autor. Considero que el estado anímico del artista forma parte de la obra, independientemente de cómo llegó hasta él. En este debate podrían entrar también el dopaje de los deportistas de alta competición, pero eso quizá abra una discusión distinta.

Julia Molina Vida dijo...

Feliz año nuevo a todos.

Efectivamente, son muchos los artistas que han usado las drogas para inspirarse, como tratamiento, o simplemente por placer, y no conozco ningún caso de que esto haya perjudicado el valor de sus obras, al contrario, si acaso, la polémica sobre el uso de drogas para la composición artística pudo crear un interés mayor y servir como impulso.

El poeta sigue siendo el poeta, aunque se inspire en alucinaciones quien toma papel y pluma después sigue siendo el poeta y sus experiencias.

Es igual que escribir bajo los efectos del enamoramiento, que viene a ser un conjunto de reacciones químicas en nuestro cerebro que también distorsionan la realidad. ¿Qué diferencia hay entre escribir acerca de un sueño inducido por opio, y escribir acerca del sentimiento que despierta pensar en una persona amada?

Otro ejemplo, si yo consumiera la misma droga, primero que mis alucinaciones no se representarían en forma de versos, sino que tendrían otra forma relacionada con mi mundo interior, y segundo, que no sabría expresarlas de la misma manera que Coleridge, o si lo hiciera, mi poema no sería considerado arte.

Por lo tanto, mi respuesta también es rotunda. El consumo de drogas no afecta al valor de la obra, que es el resultado no de las drogas que se hayan consumido, sino del artista, su talento, su trabajo, su mundo interior.

* El caso del deporte es algo diferente, porque hay unas normas y una competición en la que no se debe partir con más ventaja que con el propio esfuerzo y entrenamiento del deportista.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Hola

Vaya, por ahora está clarísimo y no hay posibilidad de debate... Pero, ¿no debería ser la obra algo auténtico, y no falsean las drogas las apariencias, los deseos, los sentimientos, la percepción de la realidad en suma? ¿Queréis decir que las drogas son un camino hacia la verdad (la verdad interior, la verdad del mundo)? Pero, ¿por qué no un camino hacia la falsedad? ¿Acaso creéis que las drogas juegan un papel análogo al de un confesor (alguien que te ayudaría/forzaría a que sacaras a la luz tus más ocultos verdades/secretos)? Pero yo sólo pregunto.

Rafael C.

IVÁN dijo...

¡Feliz año 2011 a todos!

Bueno, parece que el tema hasta el momento no admite discusión, me gustaría ser yo quien opinase distinto, pero en este caso no es así. Efectivamente creo que las drogas no desvirtuan el resultado final de una obra, es más, creo que facilitan el proceso de gestación de las mismas...dicho de otro modo, esos artistas que han compuesto bajo los efectos de alguna sustancia no lo habrían hecho si sus capacidades intelectuales no se lo permitiesen, con o sin drogas.
De esta afirmación que me atrevo a hacer se desprende otra, incluso haciendo esa revisión de las obras realizadas bajo los efectos alucinógenos de alguna droga, a la que Rosa hace alusión, se llegaría a la conclusión de que los artistas son los mismos, tomen o no drogas, y los que no tenemos arte más que para bailar sevillanas pues seguiríamos ocupando un lugar muy bajo de la misma escala artística.

Que conste que mi opinión, al igual que la de Rosa o Julia, sobre el papel de las drogas en el deporte o en otros ámbitos de la vida merece otra discusión aparte.

P.D: Me ha gustado el intento de Rafael por "picarnos" y hacernos ver ese lado "falso", tramposillo, si se me permite, de las composiciones artísticas bajo
los efectos del opio o la cocaína.

Un saludo a todos.

IVÁN dijo...

Ahora que lo pienso, ¿podría Sabina componer canciones tan estupendas sin consumir droga?, o lo que es peor, ¿está dejando Sabina la droga y por eso sus últimas composiciones son horribles?
Si esto fuese así tendría que cambiar mi argumentación anterior.

No se que pensais vosotros, sobre todo José Carlos, nuestro músico.

Rosa Colmenarejo dijo...

pero, Rafael... ¿Qué tipo de verdad representa el arte? La autenticidad o no de la obra de arte parte de un relato legitimador esgrimido por su propia historia desde el Renacimiento. Si acordásemos que las obras de arte producidas bajo los efectos de algún tipo de droga no son "auténticas" sería necesaria una revisión de esa historia. Podríamos hacerlo, también con los deportistas, entonces se nos quedarían bastante vacíos los museos y los libros de texto y los estadios de atletismo, de fútbol o las grandes vueltas ciclistas...
Respecto a tu segunda propuesta, ese supuesto falseamiento de deseos, sentimientos o de la percepción que suponemos a las drogas... creo que las drogas facilitan el encuentro con otra realidad, satisfacen un deseo de eludir la realidad cotidiana o de potenciar las capacidades intelectuales o físicas. Momentáneamente o de forma más duradera. La idea del confesor me desconcierta. Es tan inquietante esa figura. La experiencia con las drogas parece ser siempre individual no dirigida. Desde luego no hablo del éxtasis o de drogas que no permiten ningún control sobre sus efectos. Un confesor no sólo dirige una confesión de lo peor de ti mismo (si no recuerdo mal) sino que además impone un castigo. No entiendo esta relación de ideas. Uf y qué decir de la falsedad impuesta, mentiras instituidas, desde la Cabalgata de Reyes... (que sufro en TVE1 en este momento) Vivimos en una mentira permanente, no creo que las drogas, al menos del tipo y en el modo de las empleadas por Coleridge, supongan un extra de falsedad más intolerable que otras.

David. dijo...

Todos conocemos el dicho "Sólo los niños y los borrachos dicen la verdad". Si sustituimos el alcohol por cualquier otra droga, el dicho nos podría servir para el tema propuesto.
Obviamente, no soy experto en teoría del arte, ni experto, ni nada que se le parezca. Soy de los de "esto me gusta o no me gusta", simplista, lo sé, pero creo que represento al prototipo de persona de hoy en día "consumimos" arte.
Cuando entro en contacto con la obra de un artista, me gusta pensar en las circunstancias en las que se ha creado. Mi opinión sobre ella no va a cambiar porque sepa que el artista en cuestión estuviese drogado o no en el momento en que la hizo, pero quiero saberlo. Porque creo que una de las cosas que representa cualquier manifestación artística es la visión que de un tema concreto tiene éste. Y, obviamente, no es lo mismo ser consciente de lo que se ve, que no serlo porque ésta esté "nublada".
Por ello, no creo que haya que revisar ninguna Historia, pero sí hay que tener presentes que ciertas manifestaciones artísticas no representan la consciencia del artista, sino la mezcla de ésta con ciertas interferencias.

Rosa Colmenarejo dijo...

por cierto, Lucy in the Sky with Diamonds... http://www.youtube.com/watch?v=A7F2X3rSSCU&feature=player_embedded#!

Anónimo dijo...

¿Que si las drogas influyen directa o indirectamente en las obras de arte? Pues la verdad es yo creo que sí, pero no pienso realmente que por haber surgido bajo sus "efectos" dejen por ello de ser obras de arte.
Obviamente a Coleridge, como a otros muchos artistas, no le hubiera venido la misma inspiración si no hubiera consumido opio, por eso he afirmado al comienzo que creo que las drogas influyen en las obras de arte. Pero supongo que cada artista recurre a una fuente de inspiración diferente, y en este aspecto, los efectos que pueda tener cualquier tipo de droga en unos, los puede producir en otros cualquier otra sustancia o experiencia: una copa de vino,un café, un cigarro, un sentimiento de amor, de odio, de angustia, etc., una noticia impactante, una puesta de sol, otra obra de arte...
¿Tampoco deberíamos considerar entonces como arte cualquier obra creada a partir de un “estado de ánimo” diferente al “estado normal” de una persona? ¿Y cuál se supone que es ese “estado normal” a partir del cual debemos considerar que lo que percibimos es lo bueno, válido, real o verdadero? Creo que son las distintas vivencias y diferentes “estados de ánimo” experimentados por una persona, eso sí, con cualidades para llevar a cabo una obra de arte (creo que no todos somos capaces de ello), las que hacen la obra de arte.
No opino lo mismo en el ámbito deportivo. Como bien ha dicho Julia, existen unas normas que hay que cumplir, y en toda competición los participantes han de jugar en igualdad de condiciones.

Un saludo

CLARA I. PERDICES LÓPEZ

Anónimo dijo...

Hola amigos/as!!

Creo que desde el principio de la entrada, Rosa ha dado unos argumentos muy interesantes con los que, por lo que parece, la mayoría estamos de acuerdo. El estado anímico del artista forma parte de la obra y del contexto que la rodea, y entendiendo la obra no sólo por el valor artístico en sí misma sino como parte del artista y todo aquello que le inspira y evoca, debemos considerar este contexto como fundamental para entender la obra en su totalidad. Y la obra en sí no debe perder valor.

El ejemplo de Lucy in the Sky with Diamonds es muy bueno. The Beatles compusieron esta canción en una época especialmente innovadora desde la perspectiva de la técnica musical utilizada hasta entonces. La psicodelia musical de sus canciones era provocada por estados alterados de conciencia que les provocaba el consumo de LSD y otras sustancias, y les llevaba a experimentar con nuevas técnicas como la grabación de voces, sonidos sutiles, pasos, notas de guitarra al revés,... una serie de apuntes que no se habían probado hasta entonces. De hecho el título de la canción parece ser que es un guiño ya que sus iniciales coinciden con la droga que consumían en ese momento. Y hoy en día nadie duda que es una de las grandes canciones de la historia.

JCARLOS CARAZO

yolanda dijo...

Hola a tod@s:
Creo que el consumo de drogas no desvirtúa el valor artístico de la obra. En la mayoría de los casos, hasta se le ha reconocido más valor, como en el caso de los denominados escritores "malditos" (Anäis Nin, Baudelaire, Keats, etc.
El valor de la obra reside en otras cuestiones, no en el consumo de cualquier tipo de droga.
Por cierto, Iván, me encanta Sabina y creo (sólo en este caso) que no debería dejar las drogas je.
Saludos,
Yolanda Martínez

Anónimo dijo...

Hola
No se debe juzgar a un artista, sino a la obra que nos muestra, independientemente si consume drogas. Una obra te tiene que transmitir algo, no importa ni siquiera muchas veces quien lo ha hecho.

Yolanda P.M dijo...

He leído atentamente casi todas vuestras argumentaciones, y, en general no pensáis que la obra de arte pierda valor por que el artista estuviera bajo los efectos de algunas sustancias más o menos perjudiciales, incluso en algunos casos pensamos que puede servir para reinventar desde otra óptica la obra, el sentimiento del artista, incluso para profundizar en él...y estoy de acuerdo con vosotros. ¿Por qué no drogarnos a partir de ahora para componer trabajos interesantes, exámenes originales, para ir a tomar algo con los amigos y tener conversaciones apasionantes...? A mí lo que me parece triste es la doble moral de nuestra sociedad: se prohiben tajantemente las drogas en nuestro entorno, las demonizamos (cada vez más) pero los mismos que las vetan agasajan a algunos cantantes, artistas y actores que consumen dichas sustancias con regularidad.

Yolanda P.M dijo...

Es decir, al "cualquiera" que se droga le denominamos drogadicto, a aquel que es famoso por tener determinado don, incluso presentando el mismo aspecto le llamamos "artista".
Insisto, no pienso que se desvirtue la obra de arte en absoluto, pero resulta inquietante cómo se puede aclamar a alguien que hace algo que, en general, la sociedad denosta tan profundamente. ¿O no?


Es por picar un poco.

Anónimo dijo...

No hay duda, comparto por supuesto la opinión expresada por la mayoría (qué rollo...): el consumo de drogas no disminuye el valor de la obra de arte. Pisamos un terreno peligroso porque el debate sobre la interpretación de la obra del arte no tiene fin. Sin embargo, en mi opinión la respuesta está clara. ¿Es necesario valorar el contexto histórico, la ideología de la época, la moral individual del creador, etc. etc. en una obra de arte para aprehender su sentido completo? Rotundamente sí. Es evidente que no estamos aquí para juzgar si el consumo de drogas es algo adecuado o no, pero lo que sí parece claro es que cualquier manifestación artística debe ser interpretada en su totalidad y el consumo de drogas es una variable muy significativa. La inspiración...

Juanma

Ana M. Morales dijo...

¡Chicos siento tener que llevaros la contraria! Vale que a lo mejor no se desvirtua el contenido final de la obra, en cierto modo puedo estar de acuerdo, ¿pero os parece bien que los artistas tomen drogas para potenciar su arte? Por que a mi no me lo parece, ¿tenemos que alabar el resultado final de una obra (por muy bonita que sea)que para hacerla su autor se ha tenido que drogarse? Pues lo siento pero yo no lo alabo. No alabo que las personas tomen drogas por muy artistas que sean. Como sustancias ilegales que son y muy dañinas que causan verdaderos problemas, yo no alabo ni alabaré ninguna obra que yo sepa que el autor ha tenido que drogarse para hacerla, solo ya por el simple hecho de consumir y el ejemplo que dan a la sociedad, y aunque los más grandes artistas lo hayan hecho, no, no me parece que tengamos que alabarlos. ¡Un artista tiene que demostrar que verdaderamente lo es al natural, sin añadidos!

Ana María Morales

Juan Caballero Castro dijo...

Las drogas son ilegales si se dedican a la venta o si se posee más de unas cantidades especiícas, según el tipo de estupefaciente que se use.

Es cierto que el consumo propio no está penado, y que se usa para ciertos tratamientos medicos como recomendable el fumar cannabis, o incluso para inspirarse...

El valor de una obra, no es por el autor, sino por la obra misma, la obra cobra significado y ella misma se convierte así misma en una obra de arte.

Es cierto que para conseguir esa nspiración, muchos autores utilizan drogas, y en cierto aspecto lo veo bien, pero no por ello debo de alabar a las personas que toman drogas para así hacer una obra de arte...

Extrapolandolo a otro campo, ¿alabamos a los ciclistas que presuponemos que han tomado drogas para ganar el Tour de Francia?, la verdad es que no lo decimos, pero ya no vemos a ese deportista igual y decimos...AH!, TOMANDO DROGAS YO TAMBIEN GANO EL TOUR DE FRANCIA...

No veo bien que la obra tenga el mismo valor que la misma obra si fuese realizada sin tomar drogas...

Por favor, no seamos hipócritas y digamos lo que realmente pensamos del asunto...

JUAN CABALLERO CASTRO.