viernes, 11 de febrero de 2011

ÉTICA Y BUENAS MANERAS




Decía Rabelais en Gargantúa y Pantagruel que la gente honrada no necesita normas, o sólo ésta: "Haced lo que queráis". ¿Y la gente educada? Quiero decir: ¿si eres educado eres buena persona? ¿si eres buena persona tienes que ser educado? La ilustración (que es una pista de lo que ahora pienso) es una ilustración de Las amistades peligrosas, novela de Choderlos de Laclos.

EUTANASIA Y SUICIDIO CUANDO LA VIDA ES ETERNA




Tras un tiempo, demasiado, sin renovar las entradas, el comienzo del cuatrimestre debe darnos ánimos para proseguir nuestro flujo de conversación que debe ser, como recomendaba Hume en las personas educadas, sin interrupción, sin vehemencia, sin ansias de victoria ni aires de superioridad. Por eso pongo dos entradas simultáneamente (según las etiquetas, una para unos y otra para otros, pero podéis participar donde queráis).

Enrique Jardiel Poncela escribió en 1936 una comedia llamada "Cuatro corazones con freno y marcha atrás" (http://es.wikipedia.org/wiki/Cuatro_corazones_con_freno_y_marcha_atr%C3%A1s). Los protagonistas consiguen el elixir de la vida, pero hartos de no envejecer deciden darles más salsa a su vida eterna (o, mejor, eviterna), "decreciendo", haciéndose cada día más jóvenes, hasta llegar finalmente a ser bebés y, quizá, morir así al revés, quiero decir volviendo a la nada por la puerta en que entramos desde ella (el nacimiento), en lugar de por la que salimos (la muerte). Jardiel plantea así una ingeniosa consideración de la finitud humana, conectado la muerte con el nacimiento como dos caras de una misma moneda. La inmortalidad ha sido siempre vista como una imposibilidad metafísica, no técnica, quiero decir algo que sólo la divinidad podría otorgar, pero que siempre había de quedar fuera del alcance humano. Sin embargo, aunque todavía estemos en el terreno del a ciencia ficción, la inmortalidad podría ser una posibilidad técnica, dejando por tanto de ser una imposibilidad metafísica. La neurociencia y la ingeniería genética podrían alargar indefinidamente la edad de jubilación definitiva (quiero decir, la muerte). Que yo sepa fue Hans Jonas quien por primera vez planteó el asunto desde un punto de vista filósofico en su El principio de responsabilidad de 1979.

Un alumno de mis clases de máster sugirió el problema que se plantearía si, en una situación hipótetica de un "aplazamiento indefinido y voluntario de la muerte", alguien decidiera suicidarse. Considera que esto supondría nuevas interpretaciones sobre el significado de la vida, nuevos modos de vida, que nacería nuevas espiritualidades e incluso que los principios y teorías éticas evolucionarían con las nuevas teorías de la vida...