martes, 14 de abril de 2009

DE OVEJAS Y DE HOMBRES


[P. P. Roos (S. XVII), Pastora con ovejas y cabras]

Todas las sociedades necesitan conservar el número de sus miembros, en la mayoría de los casos aumentarlos, y en todos ellos asegurar su supervivencia. Por eso (entre otras cosas) el filósofo francés M. Foucault asemejó la política con el pastoreo (de personas). La biopolítica se define así como el cuidado, la mejora y el incremento de animales voluntarios. Pudiéndose contar a Platón como el primero interesado en la biopolítica, son referencias clásicas el mencionado M. Foucault ("El sujeto y el poder"; "Historia de la sexualidad, vol I: la voluntad de saber"), A. Negri y M. Hardt ("Imperio"), o P. Sloterdijk ("Normas para el parque humano")..

Os invito a que reflexionéis sobre la siguiente fábula del filósofo español G. Santayana:

“Supóngase que un salvaje hambriento y con frío, al no encontrar suficientes bayas y caza en los bosques bajara a una pradera donde estuviera pastando un rebaño de ovejas y se arrojara sobre un manso cordero que no hubiera podido huir como los demás, succionara su sangre y se vistiera con su piel. Todo esto no podría considerarse una acción emprendida en interés de las ovejas. Y, sin embargo, sería posible que a la larga condujera a su beneficio. Pues el salvaje, al sentirse poco después nuevamente hambriento e insuficientemente abrigado con su escasa vestimenta, podría atacar por segunda vez el rebaño y así irse acostumbrando, lo mismo que su complacida familia, a un tipo más sustancia de ropas y alimentos. Supongamos ahora que una manada de lobos, u otro animal salvaje, o una enfermedad, atacara a esas infelices ovejas. ¿No las defendería su primitivo enemigo? ¿No se habría identificado con sus intereses al punto que su total extinción o su padecimiento lo alarmarían también a él? Y en la medida en que procurara su bienestar, ¿no se habría convertido en un buen pastor? Y si algún carnero castrado, que amara a su especie, razonara junto con sus compañeros sobre el cambio de su condición, podría estremecerse realmente al recordar aquellos primeros episodios y ante la contribución de ovejas y vellones que no dejaría de seguir siendo exigida por el nuevo gobierno. Pero también podría considerar que tal contribución resulta insignificante en comparación con lo exigido anteriormente por lobos, enfermedades, heladas y asaltantes casuales, cuando el rebaño era mucho más pequeño de lo que con el tiempo llegó a ser, y mucho menos capaz de soportar una gran mortandad. E incluso podría brotar en él un sentimiento de admiración por la notable sabiduría y belleza de ese gran pastor, vestido con profusión de lana; y recordar con agrado alguna caricia ocasional que le hubiese prodigado, y la artesa diariamente colmada de agua por su providencial amo. Y tal vez no se hallara lejos de sostener no sólo el origen racional, sino el derecho divino de los pastores. Un enemigo salvaje de esta índole, convertido incidentalmente en útil amo, recibe el nombre de…” G. Santayana, La vida de la razón. Madrid: Tecnos, p. 174
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7 comentarios:

David dijo...

Lo primero dar las gracias a Antonio por comentar la página donde se puede ver mucho marterial sobre biopolítica. Harían falta un par de vidas para poder leerlo todo. Bueno, eso contando con que no llegara "el lobo" y nos comiera.

Y me pregunto ¿A quién se come primero el Lobo? Es evidente. A los que le resulta más fácil de atrapar. Los más torpes, los que no han aprendido a defenderse o a usar sus recursos, sean los que sean, para escabullirse.

Y al Pastor, ¿por qué le resulta tan fácil llegar y atrapar a un cordero, o una oveja (no vale discriminación)? Por la misma razón. Pero también puede pasar que la primera vez le resulte fácil atrapar a su presa. La segunda, quizá algo menos. Y a lo mejor las siguientes necesita "alguien" que le eche una mano. Por que, oh! sorpresa, señor pastor, las ovejas/corderos, han aprendido a usar adecuadamente su razón, y pueden llegar a la conclusión de que no van a tolerar que haya más "ovejicidios"... Pero claro, entonces empezará a aumentar la población de ovejas/corderos, y llegarán los problemas de "abastecimiento". Y, ¿qué pasará entonces? Pues que seguro hay una oveja o un cordero (también puede ser) que convence a un pequeño grupo de que así acabarán por extinguise todas, y que tienen que buscar una solución. Y vuelta a empezar....

Conclusión. Al menos que el Lobo sea guapo/guapa, y que nos "coma" bien, y con "cariño"....

Antonio dijo...

Todos tenemos un poco de pastor y algo de oveja. Todos llevamos algo de manso corderillo y algo de macho de cabra, también llamado … (6ª acepción del Diccionario de la RAE), (no me refiero a lo de los cuernos).

Nos gusta mandar y que nos manden, nos gusta imponer nuestro criterio, normas,… y que por comodidad, sean otros quienes tracen los caminos por dónde hemos de ir. Quizás prefiramos esto, para no asumir el riesgo del propio error y lo que es más probable todavía, por incapacidad natural para abrir nuevas líneas de pensamiento y realización de acciones fuertes y comprometidas. En esto coincido con Nietzsche.

Cuando en el patio del colegio hay dos equipos de niños que intentan jugar a fútbol y no lo consiguen, siempre recurren a un maestro que ponga orden en el fallido deporte: “¡quédate aquí de árbitro!”, me dicen, es una imposición que me marcan. Me están diciendo que para que aquello marche ha de haber una autoridad, que ponga límite y freno a los abusos y desmanes de los más fuertes, de los que no cumplen las normas, de los que se imponen por la ley de las patadas y el insulto a los más débiles. Curiosamente, son éstos, los débiles quienes reclaman un orden, unas normas, una disciplina. Ser juzgados por las decisiones arbitrales y arbitrarias, unas veces acertadas, otras no.

El riesgo del error del árbitro lo asume el rebaño, (en este caso el grupo).
Aquí no hay ovejas que comer, pero si decisiones erróneas, políticas equivocadas, decepciones programáticas de partidos que no cumplen sus promesas. Es el precio que prefieren todos pagar por un bien superior que es una convivencia pacífica, que no es poco, un riesgo por todos querido y aceptado. (¿Democracia de los débiles?)

Cuando Santayana dice "...un enemigo salvaje de esta índole, convertido incidentalmente en útil amo, recibe el nombre de…” se me ocurre decir, ¿político?.

¿Quién cree hoy, todavía, en el altruismo de la casta política?

Bueno, ya comenté en clase que hay un enlace de Biopolítica muy interesante y de amplia información. http://www.biopolitica.cl/pags/publicaciones.html

Creo que la biopolítica es algo que no va muy descaminado en la manipulación y control de poder de los intereses políticos ideológicos y sociales que ya manifestaba Foucault en sus obras y que no tienen otra finalidad que el afán de poder y de explotación.

El descubrimiento del radio, permitió que los hallazgos de Marie Curie en 1902, se apliquen hoy en la medicina, la agricultura, la industria y la producción de energía.

Este adelanto de la radiactividad se vio perversamente utilizado en 1945 con la explosión y destrucción de Hiroshima, en aras del poder y para poner freno a otro poder, el japonés, supuestamente más perverso y peligroso.

Me permito poner en cuarentena los cantos de sirena de una biopolítica positiva, una política de la vida que persiga el objetivo de emancipar esta última de su explotación, dominación o manejo administrativo.

Anónimo dijo...

Silvia

Sigo sin entender muy bien la biopolítica…, así que me quedaré con los ejemplos expuestos por Antonio, que al menos me sirven para contar con una primera impresión, quizás equivocada, no lo sé. Como mi compañero ha referido, en el último texto comentado en clase, estuvimos viendo las ideas de Nietzsche al respecto. El filósofo critica la igualdad del rebaño, propia de la democracia, y propone frente a ella, la voluntad de poder del superhombre, del hombre que está más allá del bien y del mal, capaz de tomar sus propias decisiones.

Sin embargo, y pese a los intentos de Nietzsche por defender a los «artistas», a los que fijan sus propias leyes, hoy en día priman más las ovejas que los pastores. Quizás sea por comodidad, tal y como ha señalado Antonio, o quizás sea el miedo que tenemos de enfrentarnos al resto del rebaño, pero yo me inclino más bien por pensar que realmente nos gusta nuestra condición de cordero. Carecemos de grandes responsabilidades, creemos en los mismos ideales que el resto, criticamos a los pastores conjuntamente, y de alguna manera, nos alegramos de no ser nosotros los que dirigimos tanto a nosotros mismos como al resto.

Antonio ha señalado como ejemplo los niños que requieren un árbitro para poder continuar su partido de fútbol. A mí me gustaría poner otro ejemplo, mucho más cercano a mi situación: la dependencia con respecto a mis padres. Todavía vivo con ellos, acato sus órdenes y todo cuanto acaece a mi alrededor depende de ellos. Sí, sigo siendo su “ovejita”, por mucho que me cueste admitirlo. Dispongo de una mayor flexibilidad que cuando era pequeña, sin embargo, los horarios para llegar a casa continúan (es un caso especial, lo sé), las prohibiciones y los consejos con respecto a emprender o no determinados asuntos resultan repetitivos. No puedo afirmar que me encanta vivir la situación en la que estoy, pero sí que debo reconocer que soy feliz. Porque sé que si hubiese tres pastores en mi casa, la convivencia sería imposible.

Esto es precisamente lo que olvida Nietzsche en sus planteamientos. Estoy de acuerdo con él en que debemos buscar nuestro lado de superhombre, nuestro lado más cercano al pastor. De hecho, y en relación con lo anterior, soy consciente de que me queda poco tiempo para dejar atrás la oveja que soy dentro de mi casa. El problema es que si todos fuésemos pastores, si cada cual siguiera su propio instinto, sus propios valores morales, y tratara de imponerlos sobre los demás, resultaría insostenible el entendimiento entre unos y otros. La solución es, como señalaba Antonio al iniciar su párrafo, combinar ambas caras, intercalar las máscaras de lo apolíneo y dionisíaco de Nietzsche. Sólo así podremos evitar la falta de criterio del rebaño y la extrema capacidad de liderazgo del pastor.

Sergio dijo...

A mi me gusta más esta historia

:”…Supóngase un salvaje hambriento y con frío, al no encontrar suficientes bayas y caza en el bosque bajara a una pradera donde estuviera pastando bayas y caza en los bosques bajara a una pradera donde estuviera pastando un rebaño de ovejas y se arrojara sobre un manso cordero que no hubiera podido huir como los demás, succionara su sangre y se vistiera con su piel. El hombre, satisfecha ya su hambre, vuelve a su cueva y se refugia al calor de una hoguera. Mientras tanto, las ovejas asustadas y dispersas se reúnen y hablan entre ellas de lo ocurrido y deciden organizarse. El hombre, otra vez hambriento vuele a atacar al rebaño, pero cual es su sorpresa cuando llega a los pastos las ovejas están todas juntas, quietas e impertérritas mirando al asaltante. Este al ver el panorama siente miedo. La inmensa mole blanca de miles y miles de carneros con los cuernos en alto lo señalaban amenazantes al ahora ridículo hombrecillo que se vuele a la soledad de su cueva. Esa noche lamió unas piedras llenas de musgo y ese fue todo su alimento por muchos días.
Cierto día una manada de lobos intentó lo mismo, y el mismo fue el resultado, superados en número y organización los lobos huyeron con el rabo entre las piernas y se olvidaron de comer corderitos y ovejitas por siempre jamás. La visita del hombre las había preparado suficientemente para hacer frente a cualquier enemigo En su huída, se toparon con una cueva donde un hombre, nuestro hombre, yacía famélico. Las fuerzas lo habían abandonado y se olvidó de encender el fuego y los lobos se lo comieron. Las ovejas desde entonces fueron felices y comieron perdices”.

Hay una cosa que me chirría del cuento de Santayana y es la existencia de tres elementos en el cuento: ovejas, lobos y hombres… Y hay una cosa que no tiene en cuenta. Las ovejas son humanos, los lobos son humanos y el humano, humano, Todos son humanos. Todos los protagonistas son en realidad lo mismo. Para protegerse de los humanos, el humano recurre a otro humano para que los cuide y los defienda del humano. En realidad los lobos no existen, son creaciones del ser humano, de esos seres humanos que toman a los demás por ovejas e inventan fantasmas para construir un redil. Todos somos ovejas, todos podemos ser lobos e incluso todos podemos ser ese humano “político”, si las circunstancias son propicias.

Quizás Nietzsche tenga razón… hay personas más aptas que otras, más capaces e inteligentes pero eso no significan que sean de otra especie. A la hora de hablar de poder, las ovejas todavía no han entendido que la cantidad puede suplir a la cualidad. Un superhombre, para su desgracia, sigue siendo un hombre, y sigue dependiendo de la circunstancia.

Anónimo dijo...

Carmen.

La figura del pastor con su rebaño, nos ha acompañado siempre. Ya sean los pastores míticos semejantes a reyes y gobernantes, los inspirados por poetas latinos como Virgilio, o “los bíblicos y buenos pastores” del antiguo y nuevo testamento, (por algo el pastoreo es una de las ocupaciones más antiguas que existen.

En todas y cada una de estas historias, el pastor-persona, acompañado y auxiliado por su fiel perro-persona, cuida o pierde a las ovejas-personas; las lleva por caminos pedregosos o por senderos gloriosos; las protege de animales salvajes (lobos-personas), o las entrega a sus feroces fauces; les perdona la vida o les perdona la muerte.

Aunque aparezcan unos u otros personajes y las cosas se cuente de una u otra manera, siempre hay una constante: Es el pastor junto con el perro y también el lobo, quiénes buscan apoderarse del rebaño, quiénes desde una posición de superioridad, perpetúan esta situación de sometimiento. Los primeros están en un lado, los segundos, en otro. Siempre han sido así las cosas... ¡Se nos dice desde la cuna¡

Algunos Autores nos presentan la situación de la sociedad actual, con este símil tan asimilado y consolidado en nuestras conciencias.

Santayana nos ilumina con su fábula del pastor y sus ovejas. Estas se sienten protegidas por aquel que en su día llegó al rebaño hambriento y aterido de frío y succiona la sangre de uno de sus corderos y se viste con sus pieles. Este depredador, se convierte en el buen pastor-divino-político que guía, cuida y protege de ellas y al que prefieren como mal conocido a lo que viene......, porque así se sienten más seguras.

Foucault, también utiliza este mismo ejemplo, pero va más allá y nos muestra a través del concepto de la biopolítica, la dualidad de poderes: el poder soberano y el biopoder, desde donde todavía se nos domestica, se nos orienta, se nos guía y se nos exige permanente sometimiento, obediencia y respeto por el bien de la mayoría.

Ya no somos ovejas-seres humanos dejados a las fuerzas del azar y el medio ambiente, en la era biopolítica encontramos una biología disciplinada y sometida a las capacidades de los pastores-autoridades para intervenir a favor o en contra de la expansión de la población. Las personas constituyen una materia prima, como la tierra o los recursos naturales, que los agentes con poder se esfuerzan en potenciar para extraer todos los beneficios posibles, hacer crecer su número y multiplicar sus capacidades.

Ahora que la producción y sobre todo la economía entran en juego, el conocimiento del pastor de todas y cada una de sus ovejas debe ser total. Deberá conocer de cada oveja su ser y su hacer, sus pecados públicos y privados. Auxiliado por el moderno perro biotécnico, vía publicidad o medios de comunicación, se conseguirá guarecer al rebaño en el mismo “cobertizo”, al resguardo de los mismos enemigos y con una misma conciencia. La fe ciega en el sistema que nos domina y cosifica.

Por eso me gusta la historia de Sergio, porque nos plantea el “qué pasaría si...”, “si las ovejas dejaran de ser dóciles, si dándose cuenta del poder de estar unidas, de su crecimiento tanto cuantitativo como y sobre todo cualitativo, desarrollaran la fuerza suficiente para enfrentarse a esta situación de pasividad y sometimiento y cambiaran el rumbo de las cosas. “Crear nuevas formas de vida, crear una nueva cultura, afirmarnos como identidad y fuerza creadora” - nos dice Foucault-.Otro mundo es posible, también se nos dice desde otros ángulos.
No quisiera poner en cuarentena la moderna y positiva biopolítica, Antonio, si nos puede dar la oportunidad de conseguir una nueva política de la vida, cambiar las estructuras de poder e emanciparnos de la explotación, de la dominación y conseguir esa fuerza arrolladora que nos impida ser borregos.

Antonio dijo...

El superhombre de Nietzsche puede que sólo sea un hombre solo, y coincido con Sergio en que sabe usar las circunstancias a su favor:

Se me ocurre otro final a la historia de Sergio:

Nuestro salvaje hambriento, aquél que un día volvió desairado a su cueva al ver que el poder de la manada unida era muy superior a suyo personal, aquel hombre que aquella noche no pudo comer, y se contentó lamiendo las piedras con musgo….

Como veía que él solo tampoco podía mantenerse con poder, … aquella misma noche fue a visitar al lobo con quien se alió y juntos crearon varias cadenas y medios de comunicación, e hicieron amplias legislaciones para su uso, bajo amenaza de volver a su estado anterior si no se cumplían sus normas.

Legislaban cosas parecidas a ésta: "El Estado tiene dominio original del espectro radiomagnético en su ámbito territorial y ejerce la potestad de otorgar concesiones a particulares (de orden individual o colectivo), o revertirlas de acuerdo a ley. Para este efecto el Estado reconoce y garantiza el control social", ….. bla, bla, bla, …, y otras muchas con palabras muy raras.

Cuentan de desde entonces, las ovejas se sentían más protegidas, dejaron de morir violentamente y parecían felices. Mientras, sus salvajes depredadores estaban muy ocupados en ampliar sus negocios, y mejorar su imagen y rentabilidad política.

La manada se agrupó en dos “fuertes sindicatos” (14%) y un día al año salían al prado a balar juntas, para mostrar su poder.

Tal era la confianza de protección que llegaron a sentir, que hasta comían mansamente de la mano, unas veces del pastor, otras del lobo, haciéndoles éstos creer que un día también fueron ovejas. (“mis problemas son los vuestros”… les decía…)

El pastor conocía la condición del rebaño, que no era otra que la docilidad.

Desde entonces todos fueron felices, menos las que no encontraban pastos para comer, que iban en aumento.

Creo que la historia no acaba aquí,... pero ahora no me acuerdo.

Sergio dijo...

Por cierto, me gustaría aclarar que aunque mi historia me guste, no quiere decir que piense que sea posible.
De hecho pienso todo lo contrario.

Lo normal y lo posible es más bien la historia de Antonio, que no es la más bonita, ni la más deseable, pero si la más posible y "real".

"Otro Mundo es Posible". No puedo más que reirme tristemente cuando escucho esa frase
Ni siquiera me atrevo a decir muchas veces:

"Otro mundo es pensable".