... O ES BELLA PORQUE NOS GUSTA?
La primera imagen es el cuadro de Rafael "La bella jardinera". La segunda es un fotograma de la película de Antonioni "Blow Up" que el miércoles se proyecta a las 19:00 en el ciclo Forum Filmoteca, en el que colaboran las Áreas de Filosofía y Filosofía Moral de la UCO.
La estética moderna también está afectada por el descubrimiento de las ideas o representaciones que nos hacemos del mundo y que nos permiten conocerlo. Por eso la aparición de la estética como disciplina autónoma en el S. XVIII plantea el problema de la belleza en términos de cómo podemos conocer que algo es bello, de cuál es el criterio o 'standard' del gusto. Y esto porque la belleza es algo (emoción, sensación, idea) que experimentamos y que nos conmueve. Así pues la Belleza pierde el carácter de una realidad mediadora entre la Verdad y la Bondad. Más que una realidad externa es un efecto de la realidad externa en el sujeto. Pero la cuestión para reflexionar y debatir creo que está claramente enunciada al principio
29 comentarios:
hola a tod@s!
El tema de la belleza es bastante subjetivo. Creo que algo es bello porque nos gusta, ya que esa misma persona u objeto que a mí me parece bello, a otra persona le puede parecer feo.
Sería como afirma el refrán: "La belleza está en el ojo del que mira".
La belleza es un descubrimiento que nos conmueve, inquieta. Fugaz como la luz. Por su armonía y expresión, recorre nuestro interior para emocionarnos. Nos llena de esperanza. Nos hace mejores porque nos cuestiona el interior peregrino de lo intangible.
Para un artista la belleza es la utopía buscada, paraísos perdidos,fe en la vida, en lo inmaterial de la materia. Una vibración de lo eterno.
Un cordial saludo.
http://mariadolorescarrasco.blogspot.com/
http://www.design21sdn.com/people/15282
http://marylolybreton.wordpress.com/
PD ¿Todos en Córdoba os llamáis Rafael?
Yo creo que la belleza es algo muy relativo, la belleza puede estar tanto en el objeto en sí como en los ojos del sujeto que lo ve.
Nos preocupamos mucho de la belleza, y en cuanto algo no es bello ya decimos que es feo, no usamos un termino medio.
No siempre la belleza es la que gusta, muchas veces también gusta la fealdad, es algo diferente, algo a lo que no estamos acostumbrados.
Estoy de acuerdo con Yolanda en que "la belleza está en el ojo del que mira", pero si eso es así por que la sociedad intenta imponer unos canones de "belleza"?
SOBRE LA PERSPECTIVA
No ve, como antes, el enorme
aguacate/
bajo la noche pequeña
sino la falsificación de la luz
uno y el mismo es el cuerpo del árbol
y el de la luna
violentamente separados
por la cultura
que no admite
el ojo en la órbita de la luna
la luna en el ciclo del fruto
el fruto en la órbita del ojo
así
no es extraño que esté la luna
en el cerebro del espectador
lo sobrenatural
es haber imaginado que existe la
distancia/
(Poema del poeta salteño Leopoldo Castilla)
Hola!
El tema de la Belleza ha sido muy debatido a lo largo de la Historia. Junto con el Verum, Verdad, y el Bonum, Bondad, el Pulchrum, Belleza, pertenecía, y según quien, sigue perteneciendo, a los trascendentales del ser. Con lo que podemos decir que si algo es, ya es de por sí bello. Por otro lado nos encontramos con el sujeto que percibe ese objeto, entonces la belleza es subjetiva, es el sujeto quien decide lo que es bello y lo que no, guiado en muchas ocasiones, por sensaciones, impresiones en la mente, que se adecuan a la forma propia de concebir el mundo.
En fin, ¿qué es la belleza?, en el fondo cada uno tiene que descubrirla por muchos manuales de estética que se hayan escrito.
Creo que esta entrada está relacionada también con la de la modelo desfilando llena de sangre. En mi opinión, alguno es bello porque nos gusta y a la vez nos gusta porque es bello. Hay una relación muy estrecha entre las dos. Sí que es verdad que los objetos que nos parecen bellos deben tener unas características (subjetivas) necesarias para que así nos lo parezcan. Pero en la mayoría de los casos, el que algo nos guste nos hace que lo veamos aún más bello. Pondré un ejemplo, que no se si valdrá para todo el mundo. Cuando buscamos una pareja siempre queremos que sea bella para que nos guste, y cuando ya la tenemos incluso la vemos aún más bella porque nos gusta. Si el caso es el contrario, que algo no nos resulta bello entonces eso no nos gustará y llegaremos incluso a darle calificativos negativos porque no nos gusta. También puede darse el caso que algo que no es bello nos guste por que nos da morbo o nos excita de alguna manera. Creo la entrada de la modelo desfilando llena de sangre nos viene perfecto para este ejemplo. Supongo que todo el mundo estará de acuerdo en que esa imagen no es nada agradable, sin embargo nos gusta, y debe ser por el morbo que nos da.
Algo es bello porque nos llega a los sentidos ya no solo del cuerpo sino a los sentidos del alma, nos produce una sensación placentera, estremecedora, etc.La belleza está compuesta por lo bueno (fisico) y por otra parte los sentimientos (que es el juicio de quien la experimenta, que depende del estado de ánimo, del momento de nuestra vida puesto lo que hace unos años nos parecía bello, ahora puede que no lo sea, y depende de la sensación que nos produzca).La parte de los sentimientos es muy subjetiva por ello, y pos eso depende de cada persona, por eso lo que a una persona le parece bello, para otra no lo és.
La belleza debe de tener, por fuerza, algo de objetividad. De no ser así, si la belleza dependiera única y exclusivamente del gusto personal, sería imposible que algo nos pareciera bello a todos, al igual que sería improbable que una obra de arte del siglo II a.C, como es la Victoria de Samotracia, nos siguiera pareciendo un paradigma de la belleza.
Otra cosa es la subjetividad en el gusto. El gusto cambia, es cierto, no es lo mismo el gusto Renacentista o del siglo XIX que el actual, sin embargo, la belleza es algo atemporal aunque muchas veces se vea sometida a los dictámenes del gusto y la moda.
Cristina.
Ante la cuestión plantada pienso que algo es bello porque nos gusta.
Creo que la belleza es muy subjetiva, a pesar de que la sociedad se empeñe en buscar un canon de belleza para todos igual, pues como bien dice Yolanda, "la belleza está en el ojo del que mira".
Y es que para cada persona la belleza será lo que cada uno dice que es bello, al igual que para Protágoras (filosofo que estoy actualmente estudiando), la realidad es lo que cada uno dice que es real.
Cuándo decís que la belleza es algo bastante subjetivo o relativo, queréis decir que es algo así como un sentido interno que cada uno de nosotros poseería y cuya aplicación se guiaría por criterios puramente arbitrarios? No habría unas condiciones objetivas que el objeto debería cumplir para ser considerado bello? No hay tampoco una educación o unos parámetros culturales, sociales, políticos, etc., que conformen nuestra idea de lo que es bello? El gusto es de verdad tan arbitrario o podemos hablar de una comunidad de gusto?
Es tan sencillo como decir "la belleza está en el ojo del que mira"? Incluso en todas aquellas cosas que distingo como bellas: hay una pauta que se cumple, una pauta que soy capaz de reconocer y analizar?
Decir que una obra de arte nos gusta es ya como decir que hay belleza en ella? Hay otras cualidades estéticas relevantes y que una imagen excite nuestro morbo, por ejemplo, no le otorga a la imagen ni una pizca de belleza.
Concretamente, en aquella imagen publicitaria de la mujer ensangrentada, me parece que mediante ella habrá quien pueda aplacar un impulso morboso, pero es justamente porque sabemos que es una puesta en escena, y que por tanto podemos "gozar" de la imagen sin sentirnos culpables ya que no está sucediendo en realidad. Aunque éste ya sería otro tema.
Sí, Streya, pero no olvides que Protágoras paliaba su relativismo afirmando que aunque no existe una opinión más verdadera, sí cabe que una sea mejor que otra si así aparece a juicio de una mayoría. Entonces, la sociedad impone un canon de belleza o decide por mayoría lo que sea la belleza?
yo creo que algo es bello porque nos gusta. Es el receptor del objeto el que lo hace bello, de ahí que aunque se intenten establecer cánones de belleza, estos no se cumplan en muchos casos e incluso cambian con le tiempo. En la variedad está el gusto y eso es lo que hace emocionante el trabajo de creadores como escritores o pintores, todos sujetos a la aceptación o no del público. De esta manera lo que para unos es bello otros lo considerarán feo, incluso macabro en ciertos casos.
Expresar y escuchar juicios en torno a lo “bello” y lo “feo” forma parte de nuestra experiencia cotidiana. Sin embargo, cuando nos preguntamos sobre su exacto significado caemos en la cuenta de lo difícil y complicado que es escapar a la comprometida conclusión de que apenas tenemos una intuición pobre, vaga y difícilmente articulable sobre tales conceptos a pesar de haber sido uno de los problemas fundamentales de la Filosofía a lo largo de toda su larga vida.
De hecho, Bárbara Artetxe y yo mantuvimos más de una hora de conversación en el chat de Facebook sobre esta entrada del blog que propone el profesor Cejudo sin que lográsemos “acordar” una sola solución a la cuestión planteada. Estoy segura de que Bárbara y yo no buscábamos exponer nuestras certezas o encontrar certezas en el argumento contrario, sino que éstas se re-posicionaban, como en un baile de posibilidades, con cada punto de vista aportado en uno y otro sentido. En esto consiste para mi la esencia de la filosofía: una conversación, un diálogo continuo en el que se precisan grandes dosis de humildad, honestidad y conciencia de los límites de nuestro conocimiento para poder seguir adelante en el planteamiento y solución de los problemas.
¿Podemos admitir como válido el reduccionismo que supone atribuir condición de “bello” o “feo” a aquello que guste o no guste a cada uno en particular? Por importante que sea tener en cuenta los aspectos subjetivos del juicio hemos de considerar también que para que esos “juicios” tengan lugar ha de haber ocurrido antes algo en nuestra mente que los haga aflorar. Nuestros juicios “subjetivos” han sido de algún modo aleccionados por una cultura “objetiva” que nos ha precedido, nos afecta diariamente y de la que únicamente podremos “liberarnos”, si de verdad pretendemos realizar juicios subjetivos, es decir, propios de nuestra individualidad, mediante el ejercicio constante de la lectura, la comparación y la argumentación en uno y otro sentido. Es decir, ejercitando una cultura de la conversación que mantenga nuestra mente activa. Atreviéndonos a pensar, más allá de opinar.
Mi propuesta a esta entrada es, por tanto, que nos comprometamos a emprender una exploración más allá de nuestros prejuicios. Como propone Remo Bodei (La forma de lo bello, Visor, 1998, p.14): Es fundamental adoptar dos disposiciones de partida diferentes. La primera consiste en rechazar la ilusión de que haya definiciones previas de la belleza y la fealdad, simples y unívocas, formas detenidas; monolitos de cristal perfectamente tallados, y al margen del tiempo; cánones absolutos, que se impondrían automáticamente y perentoriamente a la percepción y el gusto. Todo lo contrario, se trata de nociones complejas y estratificadas, pertenecientes a registros simbólicos y culturales no del todo homogéneos; reflejo grandioso de dramas y deseos que han conmovido a los hombres y a las mujeres de todos los tiempos. La segunda actitud consistirá, por otra parte, en constatar la imposibilidad de aproximación a estos conceptos cuya utilización no podemos evitar y con los que creemos decir algo. Si las “cosas bellas son difíciles”, como advierte un proverbio, también es verdad que las más que milenarias investigaciones de los filósofos y las múltiples reflexiones de los artistas han forjado instrumentos de análisis insustituibles, que ayudan a enfocar y hacer explícitas nuestras intenciones. Somos alumnas y alumnos de Filosofía, empleemos estas herramientas de análisis, leamos, anotemos, dialoguemos.
¿Nos gusta porque es bella (la imagen) o es bella porque nos gusta? Con esta pregunta, Rafael Cejudo pone sobre la mesa el “problema” de la belleza; no qué es la belleza, cuáles son sus atributos, sino cómo se origina nuestra idea de belleza y cómo es posible la belleza.
La Estética como disciplina filosófica autónoma nació con la Ilustración y por obra de Alexander Baumgarten y su Aesthetica, publicada en 1750. Los filósofos del siglo XVIII creyeron que el cultivo de la razón era el camino hacia la libertad de los individuos y los pueblos. La capacidad de apreciar estéticamente las artes era una capacidad propia del ser humano y, por eso mismo, una expresión de la razón que había que esclarecer: ¿qué es lo que diferencia la experiencia estética de otras formas de experiencia? El propósito de Baumgarten será establecer una ciencia del conocimiento sensitivo cuya categoría de valor es la belleza, análogamente a como la verdad lo es del conocimiento teórico: “La estética (como teoría de las artes liberales, como doctrina del conocimiento inferior, como arte del pensamiento bello y como arte del pensamiento análogo al de la razón) es la ciencia del conocimiento sensible”. Por consiguiente, se trata de reflexionar acerca de la peculiaridad y especificidad del conocimiento sensible como conocimiento independiente de la lógica.
Otros filósofos, Shaftesbury, Hutcheson, Hume, Diderot, Dubos o Burke se mueven en la misma línea de investigación aunque, obviamente, las respuestas sean diferentes. La monumental Crítica del Juicio de Kant, publicada en 1790, será la culminación a toda la indagación estética de la Ilustración.
(sigue)
En la introducción que Jorge V. Arregui hace a la obra de Francis Hutcheson, “Una investigación sobre el origen de nuestra idea de belleza”, destaca algunos aspectos de la posibilidad del nacimiento de la Estética como disciplina autónoma de la filosofía que me parecen relevantes: “(…) la estética sólo puede constituirse como disciplina autónoma en la modernidad. (…) esta vinculación no accidental entre estética y modernidad imprime a la Estética, tal y como se constituye en los albores de la Ilustración prekantiana, algunas de sus características fundamentales: el predominio de un planteamiento epistemológico que obtura el valor cognoscitivo del arte y la belleza, la sustitución de un planteamiento metafísico por uno psicológico, y la aparición de un interés emancipativo”.
La Estética clásica y medieval era una estética fundamentalmente “poiética”, es decir, una reflexión referida sobre todo a las reglas por las que debían regirse las artes, la relación que existía entre ellas, cuáles era más útiles para la vida o para la educación, el concepto de mímesis como condición indispensable para las artes, etc. La belleza estaba indisolublemente unida a la verdad y a la bondad: era un medio por el que acceder a la verdad. Para la Estética moderna el problema será la posibilidad de la belleza, el tipo de conocimiento que es en sí misma. A partir de ese momento la belleza perderá su carácter medial y pasará a ser el objeto del conocimiento sensitivo. Y así logra la belleza su autonomía frente a otras esferas de la realidad y establecerse como un ámbito específico de la realidad.
Para que tal cosa pueda suceder es incuestionable el valor del “desinterés estético” para la constitución de la actitud estética (es decir, la atención y la admiración al objeto por el objeto mismo), que en definitiva es lo que hará posible la percepción de la belleza como algo independiente: “Por eso aparece una cierta circularidad en las definiciones de belleza y actitud estética (…) porque si la actitud estética es la atención exclusiva a la belleza, ésta es lo que se aprehende, lo que comparece en nuestra sensibilidad, cuando se adopta una actitud estética”. La idea de desinterés, la actitud estética, la captación de la belleza y del objeto como objeto puramente estético conforman una esfera de realidad que sólo será posible en la modernidad. Las reflexiones acerca de la belleza en la época clásica y medieval son ajenas a esta actitud estética basada en el desinterés y tampoco hay obras de arte en el sentido actual del término. Y esto porque como he dicho anteriormente, la belleza tenía un carácter medial y no estaba separada de otros aspectos de la realidad. En la modernidad, cuando las ciencias y la filosofía se autonomizan, es también el momento en que la Estética puede establecerse como disciplina. Sigue Aguirre: “De este modo, cabe afirmar de nuevo que la vinculación entre la Estética como disciplina filosófica autónoma y la modernidad no es meramente casual, pues ambas comparten el giro gnoseológico de la reflexión filosófica. Como ha señalado María Antonia Labrada, la Estética nace como parte autónoma de la filosofía no cuando se reflexiona sobre la belleza o el arte, sino cuando éstos se hacen problemáticos. La Estética no se consolida como disciplina autónoma cuando se pregunta in recto por la belleza, sino cuando se interroga in obliquo por ella al cuestionar su conocimiento”.
Por tanto, no estoy de acuerdo con Rosa en que la belleza en sí misma, como dimensión independiente de la realidad haya sido uno de los problemas fundamentales de la Filosofía “a lo largo de su larga vida”. Como he dicho antes, la Filosofía clásica y medieval no se ocupó de la belleza sino como medio para acceder a otras realidades trascendentes, la verdad y la bondad. Ya lo apunta Rafael Cejudo al plantear el problema de la belleza: pierde el carácter de una realidad mediadora. La belleza se hace terminal.
Por otro lado, veo en alguno de los cometarios, y por lo que creo entender, también en el texto de Bodei que Rosa nos ha propuesto, la idea de que el arte tiene por fuerza que ser bello. Que la finalidad del arte es crear belleza, ser bello. Siguiendo libremente a Danto, me atrevo a decir que ya lo que él denomina la Vanguardia Intratable (de Duchamp y el Dadá en adelante) desgajó la belleza del arte. El arte no se quiso más bello: destronó la belleza, la repudió. Otras cualidades estéticas tomaron su lugar: lo provocador, lo feo, lo morboso, lo inarmónico, lo divertido, lo agradable, etc.
Pero aún hoy parece que continúa vigente la idea de que la historia del arte moderno es la historia de una aceptación. Arte que posteriormente fue alabado y encomiado había sido en principio rechazado porque no se supo apreciar su belleza, y sólo porque finalmente fuimos capaces de percibir su belleza acabamos por encumbrarlo. Es seguro que si rechazamos una obra de arte y posteriormente la aceptamos es porque se ha producido un cambio en nuestra comprensión de la obra, porque entonces somos capaces de ver en ella algo que antes nos pasó desapercibido o que ni siquiera estábamos en condiciones de rendir. Pero esta aceptación no convierte la obra en bella. Artísticamente relevante sí, pero esto no le añade ni pizca de belleza. Cometemos un error grave si pensamos que lo que nos gusta es bello, necesariamente bello. De hecho, a lo largo de la historia del arte, la belleza raramente ha sido la finalidad del arte. Y por ahí entiendo yo la alusión a los cánones impuestos por la sociedad, o los cánones de lo bello y lo feo que debemos rechazar. Lo que no podemos definir es el arte mismo, qué es lo que convierte una realización cualquiera en obra de arte, en relevante como objeto o hecho artístico. Estoy convencida de que todos tenemos una idea bastante clara de lo que es la belleza (el orden, la proporción de las partes entre sí y en relación al todo, la simetría, la armonía) y su contrario según Kant, lo abyecto. Incluso en nuestro comportamiento moral. Si nos acogemos al tópico de la belleza física, creo que el acuerdo acerca de la belleza sería muy aproximado entre todos los compañeros. Admiro a Fernando Savater, al escritor Philip Roth, pero bello es Nacho Duato, o Andrés Velencoso. “El reduccionismo que supone atribuir condición de “bello” o “feo” a aquello que guste o no guste a cada uno en particular” como dice Rosa, a mi parecer se produce cuando no hemos superado el prejuicio de que el arte debe por fuerza ser bello. Es ahí donde se produce el marasmo y el colapso es inevitable: cuando queremos subsumir bajo el título de belleza infinidad de obras de arte que no son bellas, que ni siquiera pretenden expresar belleza ni comunicar ningún significado bellamente.
Vandana Shiva mantiene que hemos vivido demasiado tiempo en un mundo fragmentado, un mundo de especialización, de segregación y que es preciso reconciliarse con la complejidad natural de la vida, con los ritmos de la naturaleza.
A pesar de la documentada exposición de Bárbara aún me resisto a considerar un momento “único” para el surgimiento de la Estética, asignado a un autor y a una obra concreta que facilita mucho las cosas en el mundo académico pero deja fuera matices e ideas que pueden ser válidas a pesar de haber sido concebidas anteriormente a ese reconocimiento como disciplina autónoma. Prefiero considerar un continuum en la idea de belleza, creo necesario considerar la continuidad, desde los griegos hasta ahora, centrándonos en la Modernidad y su cambio de perspectiva, con el surgimiento del yo. No digo, entonces, Bárbara, como me atribuyes, “que la belleza en sí misma como dimensión independiente de la realidad haya sido uno de los problemas de la Filosofía”(la antigua concepción de “belleza” difícilmente podrá cumplir una definición que ha sido construida por una disciplina que aspira a ser independiente de la Filosofía, pero no por ello dejará de tener validez lo expresado hasta ese momento el devenir de la Filosofía no puede, o no debería ser, “reseteada” en el inicio de cada nueva “especialización” de los problemas filosóficos) Hablaba más bien de que “expresar juicios en torno a lo bello y lo feo forma parte de nuestra vida cotidiana” (como legos) y que, sin embargo, enfrentados a un problema como el planteado por el profesor (¿es bella porque nos gusta o nos gusta porque es bella?) nos hace caer en la cuenta de lo limitado de nuestra capacidad para exponer razones que avalen uno u otro planteamiento o los relacione a ambos. Es decir, esta incapacidad nos debe hacer sentir lo minúsculo del poder de nuestra propia subjetividad frente a todo lo pensado, expresado, discutido por los filósofos antes, durante y tras la Ilustración.
Por otro lado no considero que Bodei se refiera al arte sino a lo “bello” y lo “feo”. Y es en este punto donde creo que las imágenes que acompañan al post nos llevan inevitablemente a la confusión de la que habla Bárbara, esto es, identificar CUERPO (femenino) bello con ARTE bello, una confusión de la que ella se ocupa y explica implacablemente.
La obra de Baumgarten inaugura la Estética moderna como disciplina autónoma de la filosofía y además le da un nombre. Por supuesto que hay reflexiones sobre la es´tetica en autores algo anteriores como Shaftesbury, Hume, Hutcheson, y otros coetáneos. Lo que quería decir es que la estética clásica no concede a la belleza una realidad autónoma y separada de otras dimensiones de la realidad. La piensa sólo como medio. Cuando la belleza pasa de ser medial a ser terminal se produce un giro gnoseológico fundamental. Y esto es irrebatible.
Por otro lado, no me refería a que exista una confusión porque identifiquemos el arte bello como el cuerpo bello, sino el arte con la belleza. He puesto el ejemplo del cuerpo porque me parece que sí que sabemos qué es la belleza, aunque pueda no interesarnos siempre, y que el problema mayor se produce a la hora de definir el arte.
Y ya por último, creo que Bodei comete el mismo error, si es que he comprendido bien ese texto, y es identificar la belleza con el arte.
Querida Bárbara, no rebato lo "irrebatible" ¿Cómo podría hacerlo si estoy totalmente de acuerdo contigo en este punto? Estética moderna+Baumgarten+Idea Belleza de medial a terminal. (Comprendido, sí) Lo que pretendía argumentar es la posibilidad, para mi real, de que la belleza ha sido un problema filosófico (dependiente, independiente, fuera del sujeto, dentro de él...) desde el inicio de la Filosofía hasta nuestros días.
Identifico perfectamente lo que denominas "confusión". Mi argumento aquí, como en nuestra conversación (chat) inicial, es que creo que utilizar esas imágenes para "ilustrar" la entrada contribuyen, o dirigen si prefieres, la confusión hacia un foco concreto del que pretendemos escapar.
Si no has leido a Bodei tendrás que hacerlo antes de seguir insistiendo en que Bodei identifica belleza y arte porque este librito contiene capítulos enteros dedicados a lo "feo", lo "sublime" y otros conceptos y yo, en mi ignorancia, no termino de ver ese "error" que comentas.
Querida, el frío arrecia. Pongámonos a cubierto. Yo también te quiero.
Yo preferí siempre el campo abierto :) Paso gran parte del día entre cuatro paredes, salvo que haya un piano en la habitación...
Lo que te decía en el chat es que a mi parecer, las dos imágenes que ilustran la pregunta acerca de la belleza (incluso si la segunda contiene una notable carga sexual)no eran un recurso al tópico de la belleza femenina.
Aludimos a la belleza física de las personas porque no es seguro que todos los compañeros de clase podamos conocer cualquier ejemplo de arte bello que pudiera proponerse. De otro lado, en un momento en el que la belleza ha casi desaparecido del arte contemporáneo, la belleza física es un referente seguro en el que acotar la belleza. Porque de hecho existe la belleza física en grado sumo. En un porcentaje reducidísimo de la población, pero existe, y todos podemos citar ejemplos como para dar comienzo al debate en el blog.
Nunca me parece un tópico la recurrencia de la belleza física. Me parece muy humano. Y lo digo en el mejor sentido de la expresión. No es algo de lo que debiéramos escapar, como tú dices. Otra cosa es hacer de la belleza física el único valor de juicio relevante. Tampoco ese criterio sería válido para juzgar el arte porque entonces nos dejaríamos gran parte del mejor arte fuera de sala.
No comparto tu idea (si es que te he entendido bien) de que sea este el origen de la confusión o identificación de arte y belleza.
En otro orden de cosas: que el juicio de gusto sea subjetivo, es decir, expresar que algo es bello porque a mí me gusta no es igual que decir que, porque me gusta es bello. En este segundo caso queda en entredicho el desinterés estético necesario para la actitud estética de la pura contemplación del objeto por el objeto mismo.
Un saludo a todos y a todas. Como decimos en Buenos Aires, salud y amor; el dinero va y viene.
Se me publicó el comentario "a lo anónimo" como dirían en Qué vida más triste :)
Cuenta Amelia Sanchís que cuenta Eduardo Punset, en el prólogo al libro de Adela Cortina "Los ciudadanos como protagonistas", Barcelona, 1999) que hablando con la actriz Ángela Molina, de belleza indiscutible, sobre nuestra descendencia de los primates, ésta le contestó, con mucha guasa, "puedo garantizarte que yo NO desciendo de los primates." ;)
José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía. Madrid: Alianza, 1990. Vol. 1 pp.307-311 nos da a entender que a lo largo de los siglos, eminentes pensadores propusieron definiciones distintas de este concepto, pero es imposible expresrlo en una definición. Lo que procede es acercarse a él desde puntos de vista distintos y llenarlos de contenido mediante la experiencia, como sucede en el blog. De esta forma podemos hacernos una idea viva de lo que implica el concepto de belleza. Lo que parece que sí es una opinión generalizada es que lo bello es agradable, sublime y nos asombra por su grandeza, pero no es igual para todos. Qusiera explicarme: todo el mundo (todas las personas) que puedan contemplar un paisaje de nuestas sierras, pongamos por caso sierra Morena, ha sentido elevarse el espíritu observando esta riqueza natural. Pero no todos la contemplamos de la misma forma, para mí, para vosotros, la miramos de forma que saldrían de nuestra boca ricos y variados adjetivos. Pero si este mismo paisaje es contemplado por el especulador de terrenos, solo le interesa la utilidad del objeto que está mirando. Es decir, que sólo lo contempla por su posible valor monetario y especulativo. Sin embargo, estéticamente para él y para nosotros si es bello y agradable lo contemplado.A nosotros nos causa placer lo contemplado y a otra personala utilización del objeto percibido como medio para otro fin.
Ana Herrero
Yo considero que la segunda afirmación es la verdadera. El hecho de que a una persona le guste algo es lo que hace que ese algo sea bello, es decir, algo es bello si produce placer en una persona. Por lo contrario, no estoy de acuerdo con la primera afirmación porque decir que algo me gusta porque es bello sería como dar por hecho que existen uno patrones generales de belleze, y que de acuerdo a esos patrones algo te gustará o no. Bajo mi punto de vista esos patrones no existen, sino que el hecho de que a unas personas les gusten unas cosas u otras depende de si producen en ellas placer o no. Habrá cosas que a una persona le gusten pero a otra no. El adjetivo bello lo aplicará aquella persona a la que le produzca placer. Mi punto de vista creo que está muy vinculado a ese refrán que todos conocemos: "sobre gustos no hay nada escrito" o "el libro de los gustos está en blanco".
¡hola a todos! Bueno para empezar decir que en este tipo de preguntas sobre conceptos abstractos corremos el riesgo de discrepar unos y otros, porque no existe nada palpable que nos dé o quite la razón a nadie. Para empezar los cimientos de la pregunta, que son gusto y belleza han sido muy definidos a lo largo de la historia pero de maneras tan diferentes que la versión oficial no es si no la que nos toque vivir en cada epoca; me refiero a qué el concepto de belleza que tenemos hoy no tiene nada que ver con el de siglos atrás y será seguramente totalmente diferente al que tengan con el paso de los años. A parte de calificar belleza y gusto de conceptos abstractos, opino que al menos relacionados en esta pregunta forman una asociación que se torna homogenea. Es decir,las dos preguntas son totalmente razonables en el sentido de que estan estrechamente relacionadas. Existe un dualismo entre las dos hipotesis que entorpecen el camino para ver donde acaban y donde empienzan los limites de lo personal y de lo objetivo.
En mi opinión la belleza tiene un caracter objetivo, esta por tanto por encima de los gustos. Lo que ocurre es que estamos en una era en la que el 'yo' es tan importante, que uno de los criterios de belleza, o mas bien lo que esta produce, que es el agrado o el placer en si, esta tan supervalorado sobre el resto de los criterios de belleza que no solemos tenerlos en cuenta o a veces hasta renegamos de ellos. Lo que es realmente bello, lo es aun con el paso de los años, y eso es asi porque tiene estas caracteristicas que conforman la belleza de las que hablo (que podrían ser entre otras: armonía, simetría, equilibrio, perfección de las partes...)Este es el caso del cuadro de Rafael 'La bella jardinera' que tiene ese 'algo' para que a todo el mundo le parezca bello por mas que pase el tiempo. Sin embargo no puedo decir lo mismo del fotograma de Blow up, hay pienso que falta 'esa chispa' que le otorgue la caracteristica de bello; pienso que eso se debe a que no ha sido una imagen tomada pensando en la belleza segun las caracteristicas que he mencionado antes, si no siguiendo unas pautas mas basicas que atendian a la belleza de la época. Esto supone, que al ver la película por ejemplo, a mi me dio la sensación de que las chicas estaban demasiado delgadas. Para la fecha de la pelicula esas formas quizas atendieran al canon de belleza pero como digo, esta belleza es temporal y ahora, pasados los años, dejan de parecer bello. No ocurre lo mismo con el cuadro de Rafael.
Una vez dicho todo esto, concluyo por decir que si tengo que inclinarme hacia algun lado de la balanza será 'algo nos gusta porque es bello' pero teniendo en cuenta que en nuestros gustos estan llenos de información del exterior que digamos que los 'conducen' como plantas que van hacia el sol. Un elemento que funciona asi y que ya ha sido mencionado aqui es por ejemplo, la educación, o la cultura, que baña nuestros ideales y nuestros juicios y prejuicios cada vez que abrimos la boca, o los ojos en este caso.
Nuria Ruiz
Se me ha pasado por alto mencionar como de curiosas son las sensaciones de belleza, gusto o placer que son tan caprichosas que por muchas pautas que nos den para encontrarlas o por mas que nos las describan para intentar entenderlas, nadie sabe exactamente que son hasta que no tenemos experiencia de ellas; luego aqui es innegable ese componenente personal
hola a tod@s!
a discutar este tópico también es muy interesante ver a estudios que examinan el gusto de los que todavia no estan tan influida de sus etornos: los niños. Porque sí gusto seria algo infinito, divino, todas las personas tendria el mismo gusto, independiente de su edad, cultura etc. pero niños no tienen un gusto en el sentido que nosotros tenemos. Ellos no diferencian entre personas gordas y delgadas, rubias y morenas. A ellos los gustan lo familiar. Y de este "familiar" se forma nuestro gusto: nos costumbran con lo que vemos más, qué otros dicen que es bello. Por ejemplo vemos a los libros para niños: muchos characteres parecen muy raro, unnatural, y un a adulto nunco van a gustar. pero estos son los characteres especialmente gustan a los niños. Cuantos Quasimodos tenemos in peliculas (que no son para niños) como protagonista (y nos gusta verlos?? estoz hablando solamente del gusto de la apariencia ahora) En contrario: cuantos Brad Pitt hay en cuentas para niños? nada, porque a los niños gusta lo espacial, lo divertido, a ellos no importa la apariencia.
Esto para mi es claramente un argumento al lado de "es bella porque nos gusta".
Tambien la comparacion de gustas y diferentes culturas o tiempos siempre sirve (para mi) como una prueba de que gusto no es hecho "a priori". Lo mas claro probablemente: Rubens y Kate Moss...
Laura K.
Hola a todos,
La pregunta sobre si algo nos parece bello porque es bello o en cambio, nos es bello por lo que parece creo que es un buen tema de debate y como prueba de ello, son el alto número de comentarios que se han publicado al respecto.
En mi opinión, no puedo posicionarme en ninguna de las dos preguntas, es decir, debo adoptar una postura intermedia entre ambas consideraciones. Por un lado, considero que la belleza es en cierto modo subjetiva. Para que a una persona considere que algo o alguien es bello, éstos deben de cumplir una serie de requisitos impuestos por los gustos de la persona. Cada uno tiene sus propio ideal de persona u objeto bello, que no suele corresponderse con el gusto de los demás. De ahí proviene el dicho: "para gustos los colores", es decir, toda consideración de belleza es valida, por lo que, aparentemente podemos alcanzar un cierto relativismo, propio de la época en la que vivimos.
Sin embargo, este relativismo en cuanto a gustos se pierde en el momento de que existen unos ciertos cánones de belleza, los cuales vienen dados por la moda, la televisión. Creo que la belleza también puede ser condicionada por la opinión que se mantenga en la sociedad. Por ejemplo, en la época Renacentista el ideal de belleza de mujer era una mujer guapa y con unas buenas curvas, más bien rellenitas, así se puede ver en la obra la "bella Jardinera" de Rafael; una mujer esquelética era considerada como fea, no veían en ella nada de hermosura. Por el contrario, en la actualidad, contra más delgada esté una mujer, más bella es, más actractiva es.
En conclusión, la belleza es un valor que depende tanto de la opinión que se tenga en la sociedad, como los propios gustos y opiniones que posea una persona.
Es más que sabido que la belleza depende más del observador que de lo observado. Hay que tener presente, pues, la subjetividad; pero, ¿qué hay de la proporción áurea, de la perfección? ¿Y de la simetría? Lo bello, en una persona, radica en gran parte en la simetría que aparece en sus facciones. Es cierto que hay asimetrías bellas de igual forma que sucede a viceversa (y no son pocas las evidencias); sin embargo, no es un punto desfavorable a tener en cuenta.
Después, todo esto según mi subjetivísima opinión, encontramos otros tipos de belleza. Más que la «belleza interior» como dirían algunos (¿qué es eso, exactamente?, ¿un riñón bonito y suave?), hablaría yo de la belleza POSTERIOR..., el encanto. ¿Cuántas son las veces que una persona aparentemente bella se torna realmente fea —y al contrario— cuando empezamos a conocerla? La forma de hablar, de pensar, de actuar, de comportarse, de moverse... esas pequeñas idiosincrasias que aumentan la cotización en bolsa de una persona en este hipócrita baratillo de almas. Pongamos un ejemplo cinéfilo: Marlon Brando era guapo, o relativamente guapo; pero si Marlon Brando no se comportara como se comportaba, no sería Marlon Brando, sería otro.
Lo que quiero decir con esto es que, como decía Eusebio Poncela en aquella película de Martín (Hache), muchas veces, una mente que mueva un cuerpo es lo que nos atrae de verdad. Pensar que no estamos ante una belleza vacía, un escaparate artificial, sino ante la proporción casi (siempre casi) áurea, hecha persona. ¡Eso mismo es la belleza!
Una parte no es el todo; aunque eso no quita que debamos obviar al resto. La belleza, puramente plástica, exterior, explícita, es la que vende, y no otra. Lo ideal es saber sumar antes de comprar, porque al final, pasados dos (o veinte) años, nuestro canon de belleza evoluciona (como a lo largo de toda la historia) o simplemente, y más probable, la belleza se marchita. Y una belleza marchita, sin un carácter con encanto, y ya no hablemos de un pensamiento en condiciones, de poco vale salvo para retratarla o sujetarla del brazo para que pose.
Concluyo mi pseudorreflexión con la conocida frase de Poncela en la ya citada película: «¡Las mentes!, Hache, hay que hacer el amor con las mentes».
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